Octubre marca un punto de inflexión para quienes disfrutan del cuidado de las plantas. Con días más largos, temperaturas templadas y un aumento de la humedad, los jardines despiertan de su letargo invernal y comienzan a mostrar un crecimiento vigoroso.
Según coinciden expertos en jardinería, este mes es clave para establecer rutinas de mantenimiento que garanticen plantas sanas, suelos fértiles y un ambiente equilibrado en marcha hacia el verano.
Más allá de la belleza estética, cuidar el jardín en el comienzo de la primavera implica anticiparse a los desafíos climáticos y biológicos propios de la temporada. El calor aún no se impone del todo pero las lluvias y la actividad de insectos pueden sentirse con fuerza, por lo que emprender ciertas tareas marca la diferencia entre un jardín floreciente y uno que sufra enfermedades o plagas y luzca menos atractivo.
Para aprovechar al máximo las condiciones primaverales, los expertos sugieren enfocarse en cinco acciones concretas que ayudarán a mantener las plantas saludables, al tiempo que el jardín se prepara de mejor forma a la espera de los meses más calurosos que vendrán.
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Podas estratégicas
Octubre es ideal para realizar podas de formación y limpieza, por eso los especialistas recomiendan retirar ramas secas, débiles o enfermas para permitir que la planta concentre energía en los brotes nuevos. Además, esta práctica mejora la circulación del aire y reduce el riesgo de hongos, especialmente en rosales y arbustos ornamentales.
Las podas de limpieza y formación estimulan nuevos brotes y fortalecen el crecimiento de arbustos y rosales.
Además, una poda bien hecha ayuda a que la luz del sol llegue a todas las partes de la planta, favoreciendo una floración más abundante. También contribuye a que el jardín luzca más ordenado y equilibrado en su estructura.
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Preparación y fertilización del suelo
Incorporar compost maduro o abonos orgánicos mejora la estructura del sustrato y aporta nutrientes esenciales, como nitrógeno, fósforo y potasio. Esta tarea es clave para fortalecer raíces y sostener la floración que se intensificará en las próximas semanas.
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Control de plagas y enfermedades
El paulatino aumento de la temperatura favorece la aparición de pulgones, cochinillas y ácaros. Para evitar que se conviertan en un problema mayor, se recomienda inspeccionar las hojas con frecuencia y aplicar preparados naturales, como jabón potásico o extractos de ajo, antes de recurrir a productos químicos.
Si se actúa a tiempo, las plagas pueden controlarse sin necesidad de recurrir a químicos agresivos. Esto no solo protege a las plantas sino también a los insectos benéficos y al equilibrio general del ecosistema del jardín.
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Siembra y trasplante de especies de estación
Octubre es el mes indicado para sembrar flores anuales aunque también se pueden trasplantar especies cultivadas en almácigos, asegurando que reciban suficiente riego en las primeras semanas. Esto permite renovar el jardín y aprovechar al máximo el potencial de la primavera.
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Riego
Aunque la humedad ambiental suele aumentar, las plantas necesitan un suministro constante de agua para sostener su desarrollo. Los expertos sugieren regar en las primeras horas de la mañana para evitar la evaporación rápida y reducir la proliferación de hongos.
El riego temprano en la mañana ayuda a mantener la humedad del suelo y reduce el riesgo de hongos en las plantas.
La cantidad de agua debe adaptarse a las necesidades de cada especie, evitando excesos que pueden provocar encharcamientos o problemas de raíz. Un buen manejo del riego garantiza un crecimiento saludable y reduce el estrés de las plantas en los días más calurosos.
El jardín como reflejo de la estación
Los expertos subrayan que el jardín actúa como un termómetro natural de la estación. Las primeras flores abren paso a los polinizadores, los brotes jóvenes marcan la energía renovada de las plantas y la actividad del suelo anticipa una temporada fértil.
En este contexto, observar el comportamiento del jardín se vuelve casi tan importante como aplicar técnicas de cuidado. Cada detalle −una hoja marchita, un insecto nuevo, una flor que se abre− ofrece pistas sobre el equilibrio de todo el ecosistema verde.
Además, dedicar tiempo a estas tareas en octubre ayuda a reducir esfuerzos futuros. Un jardín que llega fortalecido al verano soporta mejor las olas de calor, aprovecha de manera más eficiente el agua de riego y mantiene su vitalidad incluso en condiciones exigentes.
Por eso, hay coincidencia en señalar que la jardinería de primavera, además de un pasatiempo estético, es una inversión en bienestar. El contacto con la naturaleza favorece la relajación, disminuye el estrés y aporta una conexión con los ciclos del entorno que resulta cada vez más necesaria en la vida urbana.
Octubre se transforma en una invitación a redescubrir el placer de ensuciarse las manos, sentir la tierra húmeda, y acompañar el crecimiento de las plantas. El jardín se convierte en un espacio vivo, en constante cambio, que refleja tanto el cuidado de quien emprende la tarea como la generosidad de la estación.
*Fuente, Daniel Aprile, en Meteored