Como toda tecnología fácil de usar y con resultados inmediatos, la IA está presente entre nosotros. Aparentemente vino para quedarse. Y atravesó diferentes etapas.
En un principio era poco confiable, porque en realidad no se sabía con exactitud cómo usarla y si lo que brindaba era correcto. Poco a poco aparecieron especialistas que enseñaron a emplearla y la forma fácil y dinámica de acceder a ella garantizó no solo su uso sino su confiabilidad. Así, poco a poco, fue introduciéndose en distintos ámbitos: laborales, investigativos, estudiantiles, etc.
Ya en estos tiempos puede ser identificada como un elemento digno de preocupación. El punto es que los y las estudiantes, recurren a la IA con demasiada frecuencia. Pero no es ese el problema… el punto es que la IA es la que hace la tarea. Cada vez más estudiantes le asignan la tarea al chaptGPT. Le dan la consigna y la IA lo resuelve en un abrir y cerrar de ojos. En un principio pareció mágico, divertido y transgresor. Los estudiantes de nivel secundarios se sintieron los más pillos al “engañar” a sus profes con el uso de la IA. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro.
Surgen entonces dos cuestiones: los estudiantes y los profesores.
Los estudiantes accedieron a cumplir con las consignas planteadas por los profesores en forma rápida y haciendo poco. Pero a poco tiempo se dieron cuenta que esto no resolvía el aprendizaje. Es decir, que la IA te lo resuelva, lo presentes y lo apruebes, no significa que lo aprendas. El aprendizaje no se produce, porque el aprendizaje no puede surgir de la nada.
El aprendizaje es un proceso, complejo, maravilloso, que requiere de ciertas circunstancias. Por un lado la introducción del conocimiento, la lectura, la comprensión, lo cognitivo. Y a partir de todos esos elementos nuevos, más los que los y las estudiantes traen (conocimientos previos), se hace la mezcla justa y perfecta que produce la adquisición del nuevo aprendizaje.
Todo esto pasa adentro del aula. La escuela es el marco formal donde esto sucede. Donde están los profesores formados para guiar y orientar el conocimiento, para que se produzca el pensamiento crítico, el razonamiento, la posibilidad de preguntar y repreguntar, cuestionar, sugerir, profundizar, argumentar a favor o en contra, saber, disentir, aprobar o no. El aprendizaje es un asunto serio y complejo. Y de seguro, no te lo brinda el cahptGPT.
Los estudiantes poco a poco pueden ir dándose cuenta de esto. Especialmente cuando empiezan a desaprobar y se preguntan por qué. Ahí aparece la mirada del profesor. En un principio, los profesores no se dieron cuenta que esto estaba pasando. Sin tener en cuenta a aquellos más especializados en tecnologías, en general los profesores que provienen del marco académico no se percataron de que algo estaba sucediendo dentro de sus aulas. Pero en algún momento, el cerebro entrenado del profesor, captó la dinámica, la estructura, el lenguaje y los giros idiomáticos del chaptGPT, que responde con exactitud pero que tiene un lenguaje frío, esquemático y previsible.
Los profesores comenzaron a mirarse entre si y a preguntarse en su interior si eran ellos que se habían puesto “viejos” y no estaban actualizados o es que realmente “algo” estaba pasando. Pasó un tiempo hasta que algunos se atrevieron a hacer las preguntas en voz alta, básicamente cuando los trabajos prácticos evaluativos se parecían demasiado aunque no fueran exactamente iguales. En ese momento los profesores comprobaron que todos sospechaban lo mismo.
Fue en ese momento en que las instituciones educativas pusieron los desafíos sobre la mesa. Los profesores tuvieron que replantearse la metodología. Cómo hacer para recuperar la confianza en las y los estudiantes; pero −principalmente− cómo hacer para que aprendan.
Tal vez pareció que volver a la vieja escuela del examen oral estaba mal. Sin embargo, eso permitió recuperar aspectos fundamentales del conocimiento. Los estudiantes no solo tuvieron que estudiar, sino que también tuvieron que recuperar otras habilidades, como la expresión oral y con ella el razonamiento, la estructura del lenguaje, la capacidad de explicar, la oportunidad del diálogo con el profesor, recuperar la confianza en sí mismos para el uso de la palabra y volver a las viejas fuentes del saber.
El examen oral permite la evaluación de la comprensión del tema en cuestión, la capacidad de comunicación y la formación del pensamiento crítico. Además, el estudiante interactúa en forma directa con el evaluador, despliega sus habilidades con la expresión oral, la argumentación, y su capacidad de responder preguntas complejas o seguir un hilo hipotético deductivo que lleve a determinada conclusión o hipótesis. Esto es el pensamiento complejo.
Los exámenes orales permiten:
− Una evaluación de la comprensión profunda. El profesor puede evaluar si el estudiante comprende el tema y no simplemente relata datos memorizados.
− Un desarrollo de las habilidades comunicativas. La oralidad es una comunicación efectiva y necesaria en todos los ámbitos de la vida. Los exámenes orales permiten desarrollarla y fortalecerla.
− Una adaptabilidad a diferentes estilos de aprendizaje. No solo es importante la elaboración de informes escritos, también los exámenes orales son una alternativa válida para las y los estudiantes.
−El fomento del pensamiento crítico. En el uso del lenguaje oral, los estudiantes razonan, analizan, preguntan y se preguntan, buscan respuestas, piensan giros a las situaciones a resolver… todo esto es el pensamiento crítico.
− El trabajo por la integridad académica. Se piensa también en el fraude académico, por eso es necesario garantizarles a los y las estudiantes el aprendizaje, la adquisición del conocimiento real y la validación confiable de su título.
− La preparación para el ingreso al mundo real del trabajo. Cada vez es más necesario reconocer que muchas profesiones requieren de una comunicación efectiva. La preparación en etapa escolar, es un inicio esperanzador.
Así que tal vez ahora llegó la etapa de la adaptación curricular. El uso consciente de la IA puede ser fortalecedor de la tarea educativa formal, puede acompañar el aprendizaje en forma sostenible e inteligente y también, no menos importante, enseñar a los estudiantes que las herramientas digitales tienen que permitir una construcción cognitiva, donde siempre sea el individuo, quien tome las decisiones.
Las escuelas argentinas están en conocimiento de todo esto. Y no está pasando desapercibido. Los profesores, profesionales comprometidos de la educación, no olvidan que su tarea es enseñar. Y eso implica otro que aprenda. Y la responsabilidad de ambos en esa tríada didáctica.