Adicción a los dispositivos y a las redes sociales. ¿Por qué aconsejan limitarleles su uso a los niños y a los jóvenes?

Diversos estudios científicos demuestran que el uso de dispositivos y pantallas provoca trastornos de comportamiento, déficit de atención, depresión y que hasta favorece conductas suicidas. Se trata de un complejo desafío educativo

Instan a limitar el uso de las pantallas en niños y jóvenes

Niños adictos a los dispositivos desde edades cada vez más tempranas, docentes desconcertados frente al creciente uso de móviles para jugar en red durante horas de clase, padres impotentes frente a la tiranía de sus hijos en el uso de las pantallas.

El panorama respecto a este tema es complejo, y sin duda su abordaje requiere decisión y cierto grado de valentía, para atender a una realidad creciente que necesita la urgente intervención de padres y educadores en general.

En contraste con el exponencial y excepcional acceso al uso de pantallas que obligó la pandemia, no hay evidencias científicas, reconocen los especialistas, que recomienden su uso en instancias educativas.

“Estoy muy preocupada por el auge de problemas de salud mental en jóvenes en los últimos tiempos. Veo constantemente en consulta problemas derivados del mal uso de la pantalla entre los jóvenes. En los dos últimos años, las consultas se han multiplicado entre jóvenes y una causa muy frecuente proviene de un mal uso de estos dispositivos y aplicaciones”.

Así se manifiestó la psiquiatra española Marian Rojas Estapé, reconocida investigadora y divulgadora, autora de varios libros, entre los que se destacan «Encuentra tu persona vitamina» y «Cómo hacer que te pasen cosas buenas: entiende tu cerebro, gestiona tus emociones, mejora tu vida».

Marian Rojas Estapé

Sus declaraciones resonaron luego de la demanda presentada en enero de este año por el distrito de escuelas públicas de la ciudad de Seattle, Estados Unidos, en contra de los gigantes tecnológicos dueños de TikTok, Instagram, Facebook, YouTube y Snapchat, en la que se exige una rendición de cuentas por la crisis de salud mental que se ha registrado entre los jóvenes.

Aseguran, en dicho reclamo, que las empresas propietarias de las redes sociales «han creado una molestia pública al enfocar sus productos en los niños», y culpan a las redes sociales del deterioro en la salud mental y los trastornos de comportamiento, incluyendo ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y acoso cibernético, «complicando las labores de educar a los estudiantes».

Al respecto, Rojas Estapé considera que lo que hoy mueve al mundo es la capacidad de mantener la atención del usuario el mayor tiempo posible en una pantalla. “Esto afecta profundamente al circuito de recompensa (vivimos constantemente bajo estímulos intensos en la pantalla) y con un sistema constante de ‘quiero sentir o tener algo y lo quiero sentir o tener ya’. Eso nos impide educar nuestra tolerancia a la frustración. Muchos de nuestros jóvenes no saben gestionar el ‘no’, la frustración, los problemas del día a día, ya que están acostumbrados a tener una vía de escape constante en la pantalla”.

Los efectos en la corteza prefrontal

Para la experta española, las plataformas tecnológicas afectan la corteza prefrontal del cerebro (centro de la atención, concentración, resolución de problemas y control de impulsos). “Existe una crisis real de la atención. Sin atención no profundizamos, no frenamos, no sabemos discernir qué es lo que más nos conviene”.

 

«Sin atención no profundizamos, no frenamos, no sabemos discernir qué es lo que más nos conviene”

 

En tal sentido, Rojas Estapé brinda algunos consejos para no depender de las pantallas: tener siempre presente que “yo domino al dispositivo y no él a mí”; quitar las notificaciones del móvil, porque es uno el que decide cuando entrar y no el móvil, lo que brindará una sensación de alivio y libertad.

El consumo de pantallas se asocia a un déficit de atención y de aprendizaje

Evidencias ‘sorprendentes’

De acuerdo con una publicación de BBC, científicos de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, encontraron ya varios años atrás, ‘evidencia sorprendente’ de que muchos usuarios habían desarrollado un hábito compulsivo de internet con el cual reemplazaron la interacción social real con la interacción en redes sociales y salas de chateo.

Los científicos afirmaron en su momento en la revista Psychopathology que esta adicción podía tener un grave impacto en la salud mental. En la investigación donde participaron entonces, en 2010, 1,2% de los usuarios habían mostrado una adicción a internet, y la mayoría de estos sufría de depresión.

Las conclusiones estaban basadas en las respuestas de 1.319 personas a un cuestionario que los investigadores enviaron por internet, detalla la BBC.

“Internet juega ahora un papel muy importante en la vida moderna, pero sus beneficios están acompañados por un lado negativo”, afirmaba la doctora Catriona Morrison, quien dirigió el estudio. “Nuestro estudio demuestra que el uso excesivo de internet está asociado a la depresión, pero lo que no sabemos es cuál surgió primero: ¿están las personas deprimidas más atraídas a internet o causa la internet depresión?”, dijo la investigadora.

Con el apogeo de las redes sociales y la circulación de contenidos en el entorno digital, esos datos no han hecho más que confirmarse y la relación entre el desenfrenado acceso a la Red y las consecuencias en la salud, se evidenciaron.

Uso de las redes y depresión

Expertos del Child Mind Institute de Estados Unidos advierten que en el caso de los niños, conectarse con los compañeros en línea es menos satisfactorio emocionalmente que hacerlo en persona. Admiten, siguiendo las investigaciones, que los adolescentes que pasan más tiempo en las redes sociales también se sienten más aislados.

Diversos estudios culpan a las redes sociales del deterioro en la salud mental y los trastornos de comportamiento. Foto: rtve.es

“Podría ser que los niños que ya se sienten aislados utilicen más las redes sociales. Pero también podría ser que el uso de las redes sociales realmente haga que los niños se sientan aislados”, dijeron los especialistas. Otra teoría, según el instituto, es que las redes sociales son malas para la autoestima de los adolescentes. Ver muchas fotos perfectas en internet puede hacer que los niños (especialmente las niñas) se vean a sí mismos de forma negativa, y así sentirse mal con ellos mismos, lo que puede conducir a la depresión.

“Muchas niñas son bombardeadas por sus amigas que publican las imágenes más perfectas de sí mismas, o están siguiendo a celebridades y personas influyentes que hacen muchos retoques con Photoshop a sus fotos y tienen equipos de maquillaje y peinado. Si ese es su modelo de lo que es normal, puede resultar muy difícil para la confianza en sí mismas”, explicó la doctora Alexandra Hamlet.

«No te engañes, tu hijo no necesita un móvil»

Catherine L’Ecuyer, investigadora canadiense radicada en Barcelona, sostiene que la tecnología es útil en mentes preparadas para usarlas, «no en mentes inmaduras sin autocontrol».

En más de una oportunidad, incluso L’Ecuyer recomendó a los padres no entregarle dispostivos móviles a sus hijos, aduciendo que «no los necesitan», y que no hay ninguna evidencia científica que recomiende su uso en instancias educativas.

Catherine L’ecuyer es autora de «Educar en el Asombro» y de «Educar en la realidad»

Apoyándose en sus estudios y en otras invesigaciones, la especialista en temas de educación y aprendizaje,  sostiene que el conocimiento, principalmente en los niños, sucede y se estimula en el contacto con lo real y no a a través de la tecnología. Por ello, difunde las recomendaciones respecto al consumo de medios digitales en edades tempranas publicadas por la Asociación de Pediatría Canadiense:

  1. Limitar el tiempo de medios digitales para los niños de menos de 5 años
  2. Nada de consumo para los niños de menos de 2 años
  3. Menos de una hora al día para los niños de entre 2 y 5 años
  4. Nada de consumo una hora antes de ir a la cama
  5. Nada de consumo pasivo de pantalla en los parvularios (o sea, nada de películas comerciales)
  6. Concretar tiempos libres de pantalla durante las comidas y durante el tiempo de lectura
  7. Atenuar los riesgos asociados con el consumo de medios digitales
  8. Controlar el contenido y estar, en la medida de lo posible, con el niño mientras consume pantalla
  9. Dar prioridad a contenidos educativos y adaptados a la edad de cada niño
  10. Adoptar estrategias educativas para la autorregulación, la calma y el establecimiento de límites
  11. Estar atento a la utilización de las pantallas
  12. Tener un plan (no improvisar) respecto al uso de las pantallas en el hogar
  13. Ayudar a los niños a reconocer y cuestionar los mensajes publicitarios, los estereotipos y otros contenidos problemáticos
  14. Recordar que demasiado tiempo dedicado a las pantallas deriva en oportunidades perdidas de aprendizaje (los niños no aprenden a través de la pantalla en esas edades)
  15. Recordar que ningún estudio apoya la introducción de las tecnologías en la infancia
  16. Los adultos deberían dar el ejemplo con un buen uso de las pantallas
  17. Sustituir el tiempo de pantalla por actividades sanas, como la lectura, el juego exterior y las actividades creativas
  18. Apagar los dispositivos en casa durante los momentos en familia
  19. Apagar las pantallas mientras no se usan, evitar dejar la televisión “siempre puesta”

Déficit de aprendizaje

Segun L’Ecuyer, el consumo de pantalla por encima de lo recomendado por las principales asociaciones pediátricas en el mundo puede contribuir a un déficit de aprendizaje, a una pérdida de oportunidades de relaciones interpersonales, a la impulsividad, a la inatención, a la disminución del vocabulario, a problemas de adicción y de lenguaje, entre otras consecuencias.

«La lógica es que la atención que un niño presta ante una tableta no es una atención sostenida, sino una atención artificial, mantenida por estímulos externos frecuentes e intermitentes. Quien lleva la rienda ante una tableta no es el niño, sino la aplicación del dispositivo, programada para enganchar al usuario» explica L’Ecuyer, autora de «Educar en la realidad» y de «Educar en el asombro».

 

«Los niños aprenden en contacto con la realidad, no con un bombardeo de estímulos tecnológicos perfectamente diseñados»

 

«En definitiva, hoy sabemos que los niños no aprenden a través de una pantalla, sino mediante la experiencia con lo real y a través de sus relaciones interpersonales con una persona sensible. Y los dispositivos, por muy sofisticados que sean sus algoritmos, carecen de esa sensibilidad. Porque la sensibilidad es profundamente humana», sostiene quien también es columnista de El País.

La experta explica que «el cerebro humano está hecho para aprender en clave de realidad y los hechos nos indican que los niños aprenden a través de experiencias sensoriales concretas que no solamente les permiten comprender el mundo, sino también comprenderse a sí mismos».

«Todo lo que los niños tocan, huelen, oyen, ven y sienten deja una huella en su mente, en su alma, a través de la construcción de su memoria biográfica que pasa a formar parte de su sentido de identidad. En definitiva, los niños aprenden en contacto con la realidad, no con un bombardeo de estímulos tecnológicos perfectamente diseñados. Tocar la tierra húmeda o mordisquear y oler una fruta deja una huella en ellos que ninguna tecnología puede igualar».

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