Argentina, 1985. Memoria, pedagogía y sagacidad. Una gran provocación

La película inspirada en la historia real de Julio Strassera, Luis Moreno Ocampo y del equipo de fiscales y jóvenes que hacen posible lo imposible: la idea de Verdad

Argentina, 1985 película

La película es una gran provocación. Tomaré dos aspectos: el drama humano del fiscal Strassera y el significado histórico del Juicio a las Juntas. Atendiendo al primero, la recreación de Darín (no pretendió una Biopic) nos introduce al hombre, su miedo, la gravitación de su esposa y la particular relación con su hijo.

Me detengo aquí: la película reivindica la paternidad. Asistimos a la experiencia de un padre que educa en la importancia de la historia y que a su vez, forjando vínculo, se constituye a sí mismo. Un hombre fuerte, pero con temores, que recurre a sus amigos (otro aspecto clave).

Somigliana, un dramaturgo testarudo, muy irónico, inteligente y abierto a la sorpresa de la ternura (especialmente cuando selecciona a los jóvenes que integraran el equipo). El ruso (Norman Briski) tiene un papel fundamental, en el film es uno de los grandes guías de Julio Strassera. Es entrañable su recurrente: “cuídate, Julio” más todo lo que implica para mi generación ver a Norman Briski en este rol.

La fraternidad hacia los jóvenes de su equipo, esa masculinidad típicamente porteña y hasta traviesa, que permite configurar trama, vínculos esenciales de potente amistad. La Ironía, su firmeza en el dialogo, la relación con Moreno Ocampo, su humor irreverente, el amor a la música clásica; el Dante que, en las líneas del alegato, están ahí para darnos el empujón que necesitamos hoy: para despertarnos a un profundo sentido de comunión social.

Temas como la historia, la injusticia de una violencia exacerbada como método, despertaron mi emoción como espectadora, al tiempo que reía y por momentos temblaba. Frente a mis ojos  irrumpieron la virtud y el mérito como método y como fin.

El segundo aspecto es la importancia del juicio, su significado, silenciado por todo lo que vino después, actualizó recuerdos y experiencias. Cito algunos: El funcionamiento de las instituciones (primera experiencia de un estado de derecho para mi). La fortaleza de una justicia que habla a través de su sentencia. El despertar de un pueblo al conocimiento de la verdad que, por olvidada, hoy duele más. La falta de medios y la genialidad de un equipo de fiscales y jóvenes que hacen posible lo imposible: la idea de Verdad.

La intuición de Strassera que introdujo dos innovaciones en el proceso: la prueba sería aportada por la fiscalía y solo se trabajarían los casos testigo que se pudieran verificar, 709 y 2000 testimonios, adjuntados en tiempo récord. La sentencia cerró un ciclo político iniciado en 1930 y perfeccionado por el último golpe de estado del 76

Argentina, 1985 nos interpela como sociedad: ¿Hacia dónde vamos? ¿A 1976 o a 1985? Si Argentina pretende afianzarse como nación debe retomar esta pregunta, dejar los reproches parciales y volver a proponer una dinámica colectiva como pueblo.

Y no es solo tarea exclusiva de nuestra dirigencia, por eso el arte el cine en este caso, como emergente, nos precede. Santiago Mitre nos presenta una dinámica histórica incontrastable: el camino de la institucionalidad que desafía nuestra inteligencia y voluntad.

Lo más bello para mi es que me generó esperanza. Y confieso, la estaba necesitando.

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