Balta Rodríguez repasa el paso a paso, los sueños, el camino que recorrió antes de su debut en el fútbol de primera 

Hay fechas que se graban en el alma y el 8 de mayo de 2023 es sin dudas una de ellas para él

Baltasar Rodríguez

Baltasar Rodríguez, “el Balta” para un pueblo que lo vio correr detrás de una pelota desde niño, que disfrutó de su juego apasionado, de su habilidad innata y de su descaro frente al arco.

Humilde siempre, pero conocedor de su don, un talento que supo forjar con sacrificio, dedicación y perseverancia.

En una entrevista que nos brindó cálidamente a través de whatsapp luego de su debut en la primera división del fútbol argentino, recordó sus inicios en los clubes locales: “Tenía tres o cuatro años cuando empecé a jugar, primero en Suteryh y luego en el Atlético”. Fue ahí donde aprendió lo importante: el juego en equipo, el fair play, el que no entrena no juega.

No se olvida de otros clubes que lo cobijaron en sus primeros intentos de vuelo, Independiente de Coronel Dorrego y Liniers de Bahía Blanca, y evoca que luego, “con 15 años volví a Monte, ahí (en el Atlético) debuté en primera. Ese mismo año tuve la prueba para venir a Racing y al año siguiente ya jugaba en la Academia”.

No fue el único intento en un club de primera: “Tenía 13, 14 años cuando vine a Buenos Aires para probarme en Lanús, era muy chico, no me fue bien, pero estaba tranquilo porque sabía que iba a tener otra oportunidad, y así se dio”.

Perseguir sueños implica sacrificios; Baltasar lo sabe porque con 16 años debió dejar su lugar y sus afectos: “Cuando arranqué en las inferiores de Racing me costó mucho venirme, las primeras semanas sufrí estar lejos de la familia y de los amigos”.

Con apenas dos meses de entrenamiento, tuvo que volver a Monte Hermoso en enero de 2020 a raíz de la pandemia, recién en el 2021 pudo retomar las prácticas en el club de Avellaneda. “Veía que pasaban los meses y los chicos de mi edad ya estaban en reserva o primera y cuando me tocó volver sabía que tenía que dar lo mejor porque me quedaban pocos años, en ese momento ya estaba en quinta y era mi último año para poder mostrarme y subir a reserva”. Y lo que mostró gustó, porque sobre finales de ese mismo año fue convocado al banco de reserva.

El 2022 empezó con buenas noticias para Baltasar Rodríguez; fue en el mes de febrero cuando Robert Pires, campeón del mundo con la selección de Francia de 1998, le prestó especial atención en un encuentro que la reserva de Racing disputaba contra Argentinos. Y a los pocos días estaba firmando el contrato para su representación.

Partido tras partido pudo demostrar su potencial y habilidad pero sobre todo fue dejando en claro hasta donde quería llegar.

En abril del año pasado tuvo su primer llamado al banco de primera; fue contra Banfield, después de convertir consecutivamente contra Unión, Patronato y Newell’s en reserva: “Cuando me tocó entrenar con la primera me llama Gago y me dice que iba a ser convocado; yo no caía, estaba muy feliz, muy emocionado”. Fueron dos convocatorias en 2022 y otras dos en lo que va de este año antes de su debut el lunes pasado contra Talleres de Córdoba.

“Esa semana había entrenado muy bien, tocaba Talleres de local y sentía que podía ser mi debut, no pensé que fuera a entrar muchos minutos por cómo se daba el partido. Nunca me había pasado pero estaba muy tranquilo, tenía ganas de entrar a jugar. Gracias a Dios entré, se dieron las cosas bien a pesar de que el resultado no fue el que esperábamos” (se sabe, Racing perdió 4 a 2).

Le preguntamos con qué sueña y nos dijo que parte del sueño se cumplió el 8 de mayo, “ahora quiero seguir sumando minutos con la primera”; casi tímidamente agrega: “Y como todos, sueño con jugar un mundial”. Pero va con cautela, “paso a paso, si en algún momento toca se dará, ahora con la cabeza en Racing”.

Como no podía ser de otro modo (Balta es familiero), el debut va dedicado a ellos: “Para mamá y papá, que me acompañaron siempre en todo, para mis hermanos, mis abuelos, para toda la familia”.

Más maduro, más profesional, pero esencialmente el mismo, reconoce con humildad el camino recorrido y lo mucho que queda por andar: “El Balta de allá (de Monte) era chico, tenía cosas que aprender, hoy estoy más maduro, crecí como persona, aprendí muchas cosas estando lejos de casa y sigo aprendiendo de los más grandes”.

Como él, son muchos los chicos y chicas que sueñan con llegar; para ellos el consejo del novel mediocampista de Racing es “que primero disfruten y que estén tranquilos, porque las oportunidades llegan, y cuando lleguen aprovéchenlas al máximo, si realmente quieren algo vayan por todo y no aflojen nunca”.

El 8 de mayo fue “su noche mágica” pero también la nuestra, la de cada montermoseño que seguimos desde el comienzo el partido de la Academia frente a Talleres, que sufrimos con cada gol del equipo cordobés porque hacía más difícil el debut de nuestro “pollo”; que al minuto 10 del segundo tiempo, cuando la casaca 37 se anunciaba en la cancha, festejamos como si hubiéramos ganado la final de algo.

La noche del lunes, Monte Hermoso compartió su sueño, el de un pibe de pueblo que anhelaba algún día jugar en primera.

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