Cada vez más alejados de la escuela. La educación demanda una actualización urgente

Cambios urgentes en la educación

A poco de iniciarse un nuevo ciclo lectivo se repiten las situaciones emocionales que visibilizan el rechazo a la educación formal de un gran porcentaje de jóvenes. 

Esto se puede apreciar con mayor contundencia en el tránsito por la escuela secundaria. Hoy, los jóvenes no consideran importante lo que el nivel de enseñanza media les ofrece.

Es una realidad que el futuro laboral real cada vez se muestra más complicado. La oferta es escasa y existe una cierta desigualdad irresoluble, por ahora, donde los jóvenes aprecian que no se valora ni se reconoce el mérito de su trayectoria en casas de estudios, especialmente del nivel superior o universidades.

Los y las jóvenes plantean que atraviesan esta etapa con gran esfuerzo, en cuanto a la dedicación, el estudio, la cursada y la exigencia académica; en tanto, los padres sienten que cada vez el esfuerzo económico es mayor. Que más allá de la gratuidad de la educación superior (institutos y universidades públicas y gratuitas), mantener a un hijo estudiando en otra ciudad implica un gran esfuerzo familiar. 

Esta etapa es larga y sin garantías de una culminación exitosa, a lo que se le suma la oportunidad de cursar tecnicaturas o aprender oficios que son más cortos y con menor exigencia de estudios.

Sin embargo, una vez recibidos, conseguir un empleo que valore el esfuerzo es cada vez más difícil. Tenemos generaciones de jóvenes entre 25 y 35 años, con gran formación y capacitación, que no consiguen empleo en las profesiones que han elegido. Y sin entrar a detallar los sueldos y las condiciones de empleo, que cada vez piden más pero pagan menos. 

Hoy en día, conseguir un trabajo en blanco es casi una utopía. Las grandes empresas contratan en forma provisoria, piden que sean monotributistas y no ofrecen a los jóvenes trabajadores garantías de estabilidad laboral y brindan muy pocas certezas en lo que tiene que ver con la garantías de sus derechos como trabajadores. En la mayoría de los casos, los jóvenes no logran mantenerse dignamente con un solo empleo. Deben trabajar una jornada y media o desplegar ingeniosas maneras de reducir costos, compartiendo vivienda y buscando precios. 

En otras épocas estaba naturalizado el ofrecimiento, la disposición, la dedicación full time, el esfuerzo, la postergación de derechos, el estar siempre dispuesto a “lo que el jefe pidiera”, porque pensábamos en que “hay que pagar derecho de piso”.

En estos tiempos, donde las nuevas generaciones no se muestran dispuestas a entrar en este juego, el mercado laboral se hace cada vez más difícil. Los jóvenes reclaman no solo que se les pague el título que tienen sino que se les garanticen sus derechos laborales. Y esto no está pasando. A esto le sumamos que la oferta es superior a la demanda, lo que vuelve el panorama aún más difícil.

Qué debemos cambiar

Si nos preguntamos dónde está la falla, qué es lo que debemos cambiar como adultos responsables de su educación, los planteos son varios. Lo que aparece en primer lugar es la revisión de los diseños curriculares, es decir, de la normativa que indica qué deben aprender. Es necesaria una actualización urgente. Si bien el estado nacional y el estado provincial lo vienen haciendo, no se refleja aún en las generaciones de recientes egresados. 

Otra cosa que se ve y resulta de suma importancia, es generar espacios genuinos para escuchar a los jóvenes, sus necesidades, sus percepciones, sus propuestas. 

Ante esto, UNICEF Argentina, el año pasado, inició una propuesta de “Plan A” donde jóvenes de todo el país elaboraron un documento de propuestas a los candidatos presidenciales sobre temas que deben estar presentes en la educación formal: educación sexual integral, salud mental, medio ambiente, tecnología.

Preparar a los jóvenes para el futuro implica adoptar un enfoque integral que combine conocimientos académicos, habilidades blandas y una comprensión profunda de las tendencias del mercado laboral actual (no para su adaptación absoluta sino para su adecuación parcial).

Según una encuesta del Read Thread Research, realizada a más de 300 profesionales de la educación, las siete categorías y las 39 aptitudes que los expertos creen que necesitarán de cara al futuro son, uso de la tecnología, comunicación, análisis de datos (para la toma de decisiones), capacidad de influencia, consultoría y perspicacia comercial, entre otras.

La escuela debe desarrollar y potenciar las habilidades de los y las estudiantes, trabajar interconectados con el mundo, generar un cambio cultural que encaje en los tiempos actuales, tener en cuenta los intereses de los jóvenes como también los de los mercados laborales (intereses cada vez más cambiantes), para de esa manera formar trabajadores útiles y valorados. 

A partir de este trabajo, surgen los puntos que sería importante trabajar a partir del ciclo lectivo 2024, que resignifican el acompañamiento a los jóvenes para un crecimiento real en su desarrollo profesional que los prepare para el mundo que se viene: 

Desarrollar habilidades de Pensamiento Crítico y Resolución de Problemas:

– Integrar programas educativos que fomenten el pensamiento crítico y la resolución de problemas desde una edad temprana.

– Enfatizar la importancia de aprender a aprender, adaptarse a nuevas situaciones y enfrentar desafíos de manera creativa.

– Trabajar desde la innovación didáctica para que los estudiantes estén a gusto con aprender y no sientan que “no vale la pena”.

Adquirir habilidades de comunicación y colaboración:

– Implementar proyectos colaborativos en el aula para mejorar las habilidades de trabajo en equipo y comunicación (Aprendizaje Basado en Proyectos)

– Fomentar la participación en actividades extracurriculares que promuevan la comunicación efectiva (clubes).

Garantizar un fuerte desarrollo en competencias digitales:

– Integrar la educación en habilidades digitales, incluyendo la programación, el uso de herramientas digitales y la comprensión de conceptos como inteligencia artificial entre otros.

– Garantizar que los jóvenes estén familiarizados con las últimas tecnologías y plataformas relevantes en el mundo laboral.

Propiciar la enseñanza del idioma inglés como segunda lengua:

– Es fundamental poder enseñar este idioma para poder exportar talento al mundo.

– Generar espacios de formación docente para modificar las estructuras de enseñanza del idioma inglés (metodologías y plataformas). 

Fomentar habilidades STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas):

– Introducir y fortalecer programas educativos centrados en STEM para desarrollar habilidades fundamentales en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

– Incentivar la participación en actividades extracurriculares, y competiciones relacionadas con STEM para fomentar la vocación, el interés y la práctica.

Acompañar en la orientación profesional y exploración de carreras:

– Ofrecer programas de orientación profesional que ayuden a los jóvenes a explorar diferentes campos y comprender las oportunidades disponibles.

– Facilitar la interacción con profesionales de diversas industrias a través de charlas, congresos y ferias de carreras, como así también las pasantías bien remuneradas.

Promover el aprendizaje continuo:

– Inculcar la mentalidad de aprendizaje continuo y la adaptabilidad para que los jóvenes estén preparados ante las constantes demandas laborales y cambiantes dinámicas del mercado.

– Facilitar el acceso a plataformas de educación en línea y recursos que permitan a los jóvenes continuar aprendiendo fuera del entorno escolar.

Concienciar en desafíos globales

– Integrar temas globales y conciencia social en el plan de estudios para que los jóvenes comprendan la interconexión de los problemas y desarrollen una perspectiva global.

– Fomentar la participación en proyectos que aborden desafíos sociales, ambientales y económicos.

El desafío es grande pero necesario. Y no lo puede ni debe hacer un solo sector. Debe ser una labor que cuente con el compromiso del sector privado, del sector público y de las ONG, para de esta manera garantizar un cambio posible como urgente. 

Solo de esta manera, trabajando a la par, podremos decir que se comenzará a formar a estas generaciones para desempeñarse con competitividad en este mundo cada vez más exigente, cambiante y dinámico.

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