En lo que va de 2025, las exportaciones de carne vacuna argentina han mostrado un retroceso significativo en volumen, aunque los precios internacionales más elevados han logrado sostener el ingreso de divisas. El efecto se siente con fuerza en regiones como el sudoeste bonaerense, donde productores y frigoríficos dependen, en parte, del mercado externo.
Según datos consolidados hasta junio, Argentina exportó aproximadamente 312.600 toneladas de carne refrigerada y congelada, por un valor cercano a los USD 1.588 millones. Esto representa una caída del 16 % en volumen respecto del primer semestre del año anterior, pero con un incremento del 11,6 % en valor, reflejando una mejora en los precios internacionales por tonelada.
El comportamiento mensual muestra cierta recuperación en los últimos meses. En mayo, las exportaciones alcanzaron las 53.780 toneladas (USD 293,6 millones), y en junio se elevaron a unas 61.500 toneladas (USD 320,5 millones). A pesar de esto, el mercado continúa lejos de los niveles alcanzados en 2024.
El principal factor de contracción ha sido la baja demanda desde China, que si bien continúa liderando como destino de la carne argentina, ha reducido su participación del 76 % al 67 % del total exportado. Esta disminución se compensó parcialmente con un aumento en los envíos hacia destinos como Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y Chile, donde se valorizan especialmente los cortes enfriados sin hueso, en el marco de cuotas especiales como la Hilton o la Kosher.
En este contexto, el sudoeste bonaerense —con zonas bajo la órbita de Bahía Blanca— experimenta un doble impacto. Por un lado, la menor salida de carne hacia el exterior repercute en la actividad de plantas frigoríficas locales, algunas de las cuales procesan directamente para exportación. Por otro, el descenso en el consumo interno, sumado a la alta inflación, genera un excedente en el mercado doméstico que presiona aún más sobre los márgenes.
No obstante, los precios firmes permiten cierto alivio, siempre que se logre mejorar la eficiencia de la cadena productiva. Además, el inicio del Sistema Nacional de Trazabilidad Electrónica Individual, puesto en marcha en julio, representa una oportunidad estratégica. Esta herramienta no solo aumenta la transparencia en los procesos de producción, sino que también facilita el acceso a mercados más exigentes.
Por otra parte, Argentina amplió recientemente su presencia en Asia con exportaciones de carne con hueso a Filipinas, sumando un nuevo destino que puede ser clave para la región en el mediano plazo.
Mientras se aguardan los datos oficiales de julio, todo indica que continuará la tendencia de menor volumen, aunque con precios sostenidos por la menor oferta global. A pesar de los desafíos, el sector cárnico en el sudoeste bonaerense tiene margen para recuperar competitividad a través de la diversificación de mercados y la modernización de sus procesos.