Investigadores de la Universidad Nacional del Sur trabajan en una solución sostenible para garantizar el abastecimiento de agua potable e industrial en el sudoeste bonaerense, una región en la que el agua se ha convertido en un problema estructural, donde las sequías estivales generan que en buena parte de Bahía Blanca escasee el agua potable para consumo domiciliario.
La iniciativa que se difundió en las últimas horas desde el área de prensa de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) , impulsada desde el Centro de Geología Aplicada, Agua y Medio Ambiente (CGAMA), se desarrolla en un área que abarca partes de los partidos de Bahía Blanca y Tornquist, incluyendo el cordón serrano y zonas de la llanura agrícola-ganadera.
En total, explicaron, son más de 2.200 km² delimitados por las localidades de Tornquist, Cabildo, Nueva Roma y Bahía Blanca.

Según difundieron al dar a conocer el proyecto, el objetivo es doble: garantizar el acceso al agua potable para la población, y asegurar el suministro necesario para la actividad industrial, especialmente del Polo Petroquímico de Bahía Blanca.
Como explican desde el CGAMA, muchas de las empresas del sector no requieren agua potabilizada, por lo que los pozos subterráneos ofrecen una opción eficiente, directa y más económica que las alternativas actuales como la desalinización o la construcción de nuevos embalses.
“En esta región, el agua subterránea se encuentra a profundidades variables, que pueden ir desde apenas unos metros hasta los 800”, detalla el Dr. René Albouy, director del proyecto. Y añade: “Dependiendo del punto de extracción, puede ser termal, potable o requerir un tratamiento previo por salinidad”.
Pozos en funcionamiento y ventajas ambientales
En Cabildo ya existen pozos construidos entre 2010 y 2012 con asesoramiento del Laboratorio de Hidrogeología de la UNS. También hay perforaciones activas en la zona del Bajo San José y en otros puntos del partido de Bahía Blanca, que demuestran la viabilidad del sistema.
A diferencia del agua superficial, que suele arrastrar problemas como la proliferación de algas o cianobacterias, el agua de acuífero suele presentar mejor calidad natural. Además, permite una instalación más rápida: una vez detectada la fuente, puede conectarse a la red en pocas semanas.
Investigación y reconstrucción
El desarrollo del proyecto no ha estado exento de dificultades. El edificio central del Departamento de Geología de la UNS, donde funciona el CGAMA, fue severamente afectado por la inundación de marzo. Parte del material académico e insumos de laboratorio resultaron inutilizables.
Sin embargo, la investigación continúa gracias a subsidios de emergencia y al compromiso del equipo multidisciplinario que lo integra, compuesto por hidrogeólogos, geógrafos, químicos y personal de apoyo.
Agua y soberanía alimentaria
Más allá del abastecimiento urbano e industrial, el enfoque del proyecto también contempla el impacto en la producción de alimentos. “La huella hídrica de la cadena alimentaria es enorme”, explica Albouy. “Para producir un kilo de carne se necesitan miles de litros de agua. Por eso, en zonas sin acceso a ríos o lagunas, el uso racional de acuíferos puede marcar la diferencia”.
Mientras avanza la exploración de nuevos puntos de captación en la zona comprendida por Tornquist, Nueva Roma, Cabildo y Bahía Blanca, el equipo del CGAMA apuesta por una explotación sostenible del recurso subterráneo, con una mirada a largo plazo: “Lo que hacemos hoy debe servir también para las generaciones futuras”, concluyen.