Nació en Avellaneda hace 41 años, se formó como volante central en el semillero de Quilmes, debutó en Primera División de la mano de Gustavo Alfaro (actual DT de la Selección de Paraguay), jugó en el ascenso argentino y hoy es la voz de la experiencia en el plantel del SUPA que participa en la Liga de fútbol de Coronel Dorrego.
La historia de vida de Claudio Leandro Acuña está íntimamente relacionada a la pelota. Desde el sur del gran Buenos Aires a Bahía Blanca, con algunas escalas intermedias y su llegada a Huracán de Ingeniero White, en 2015, donde conoció a su señora (Melisa Cardoso) para formar su propia familia y no largar nunca más su empleo como estibador del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos.
“Tengo un millón de anécdotas para contar, recuerdo cada momento de mi carrera como si los estuviera viendo, pero hoy estar terminando mi casa en la zona alta de Bahía y ver crecer a mis hijos (Jazmín, de 16; Giovanni, de 7 y Guillermina, de 3) en un lugar tranquilo y seguro es algo que no imaginé ni en los sueños”, cuenta el “Toro”, apodo que heredó de su tío Roberto Miguel Acuña, recordado delantero de pelo largo que pasó por Boca e Independiente y brilló en el seleccionado paraguayo.
“El verdadero Toro es primo hermano de mi papá (Claudio), es argentino nacionalizado paraguayo y solo tuve relación con él cuando empecé a dar mis primeros pasos en Primera”, comentó, casi al pasar, el 5 que tuvo su bautismo de fuego en la mayor del “Cervecero” (compartió vestuario con Nelson Vivas, Agustín Alayes, el ´Chapu´ Braña, entre otros) el 18 de enero de 2005 en un torneo de verano -en Tandil- frente a Arsenal (triunfo de su equipo 2-1).
Después de quedar libre en Quilmes y mientras analizaba algunas propuestas de la B Nacional, le surgió la chance de ir a Ecuador, a Técnico Universitario, colores que defendió entre 2006 y 2008.
De regreso a Buenos Aires, se sumó a Comunicaciones para disputar la B Metropolitana, a fines de 2009 emigró a Nacional de Paraguay y como no le daban minutos un amigo del sur lo convenció para ir a Maronese de Neuquén para ser el punta de lanza de un equipo que fue protagonista en el Argentino B.
“Con el pase en mi poder, un representante me ofreció ser refuerzo de San Martín de Carhué, que para ese entonces ya peleaba los puestos de privilegio en la Liga de Coronel Suárez. Me pagaban bien y viajábamos todos los sábados desde Avellaneda con el ´Máquina´ Giampietri (Adrián, también ex Quilmes y otro correcaminos del fútbol nacional) en un Renault 9 que en invierno le costaba llegar”, recordó Claudio, agradecido de su paso por el albirrojo carhuense.
“Después del partido nos volvíamos para estar el lunes temprano en Buenos Aires. Un día pinchamos tres ruedas, nos miramos y a coro dijimos: ´hay un solo auxilio’, así que nos largamos a reír y esperamos a que alguien pase y nos dé una mano. Cuando se hizo de día, una grúa nos remolcó hasta una estación de servicio y ahí pedimos que nos vengan a buscar”, repasó sin el menor remordimiento.
– ¿Cómo se dio tu llegada a Huracán del ‘bule’?
– Una tarde me llamó el periodista Fabián Rodríguez (más conocido como “Campera”, actual redactor de La Nueva.), me preguntó si estaba en algún equipo y como le contesté que no, me dijo “listo, veníte para Bahía, anda al entrenamiento y hablá con el técnico (en ese entonces Luis Díaz); está todo arreglado para que te incorpores al club”.
– ¿Y?
– No conocía a “Campera”, jamás había venido a Bahía y era la primera vez que escuchaba hablar de Huracán de White. Me reuní con Luis Díaz y me entusiasmó: “preséntate la semana que viene, vas a tener casa, comida, sueldo y hablaremos por la posibilidad de un trabajo también”.
“Lo vi tan convencido al DT que dije ´chau´, si me dan laburo me quedó en Bahía para siempre´. Esa expresión de deseo se convirtió en realidad y hoy, una década después, todo salió como fue planificado. La gente del SUPA me bancó a muerte, no me mintió en nada, empecé a jugar y a los días ya estaba afiliado al Sindicato. Ese momento coincidió con la llegada de Marcelo (Osores, secretario general del SUPA) a la presidencia de Huracán”.
Y siguió: “Lo que soy es gracias al SUPA, que acompañó mi esfuerzo y nunca me dejó de lado. Tener un trabajo fijo me cambió la cabeza, porque antes había jugado en un montón de lados y nunca había podido ahorrar lo que gané en el fútbol”, asoció quién permaneció en el globito hasta 2018 y fue campeón de la Liga del Sur y del Federal C en 2017.
Después peregrinó por el fútbol de la zona: Club y Gimnasia y Esgrima de Darregueira, Juventud Agrario de Algarrobo y su llegada triunfal al SUPA, primero en la Liga de Villarino y ahora haciendo fuerza en puestos altos del certamen oficial dorreguense.
“Me involucré con el equipo porque no quería viajar más y en 2022 ya tenía algunos proyectos personales y familiares de los que me quería ocupar, y el SUPA me daba la posibilidad de jugar y de poder disponer de tiempo para mí y para los míos”, deslizó mientras el rosa de su campera se reflejaba en uno de los vidrios de la ventana de su morada, desde donde se ve “Bahía Blanca entera”.
– ¿De qué te arrepentís?
– Me hubiese gustado jugar más en primera, pero siempre pienso que por algo sucede lo que marca el destino. Soy muy creyente y Dios maneja mi vida en todo sentido.
Como Los Chalchaleros
“Sí, me había retirado, estaba jugando en la Liga Comercial con el SUPA, pero cuando asumió el ´Colo´ (Horacio Azzolini) como DT, a mediados del año pasado, en su primera práctica le faltaba uno para hacer fútbol once contra once, así que me ofrecí para que pueda completar”, señaló quien, en ese entonces, era ayudante de campo de “Beto” Shell en la reserva del rosa.
“Cuando me vio jugar, sin conocerme previamente, enseguida me llamó: ‘¿Qué hacés vos en el cuerpo técnico?, no querido, vos tenés que sumarte al equipo’. Habló por mí y me puse a entrenar otra vez después de estar un año (todo el 2023) parado”, indicó el mediocampista ambidiestro que el 7 de agosto soplará las 42 velitas.
– ¿Hoy te sentís más futbolista que entrenador o al revés?
– La pelotita tira, imagínate que de los 8 años vengo jugando sin parar. Es difícil largar, muchas veces quiero pero cuando llega el momento no puedo. Siempre repito “listo, no voy más”, pero si falta alguien o hacen un picado me prendo; es más fuerte que yo. Con el fútbol tengo un amor para toda la vida.
– En el actual conjunto del SUPA, ¿sos el capitán sin cinta?
– Mi función es enseñar a través de la experiencia que adquirí en distintos lugares y equipos que integré. Hoy el líder, con cinta, es Enzo Meloni y todos lo escuchamos a él. Lo mío es aportar lo que puedo desde el lugar que me toca; siempre pensé de la misma manera y no voy a cambiar ahora que estoy a punto de colgar los botines.
– ¿Por qué el SUPA ganó uno de los últimos 4 encuentros y perdió la punta del campeonato?
– Los partidos que perdimos fueron por detalles, por responsabilidad nuestra, aunque, sin la más mínima intención de polemizar, los árbitros, ante la duda, siempre nos cobraron en contra. Eso hace que nos apreten contra nuestro arco y que en algún momento nos conviertan el gol. Creo que estamos pagando un derecho de piso que se hizo un poco largo.
– Hablaste del retiro, ¿sentís que está cerca?
– Me sucede algo raro. Siento que puedo dar más, pero necesito entrenar más de lo que lo estoy haciendo. Sé que con el trabajo no puedo, que debo manejar tiempos y horarios, pero entiendo que con más horas de descanso y enfocado en el fútbol puedo elevar la vara de mi rendimiento. No tengo el mismo cuerpo que a los 20 años y me mata cuando me tocan jornadas laborales de 12 o 18 horas; al otro día no me puedo mover.
“Soy consciente que puedo aportar desde otro lado, como formador, apuntalando a los pibes que van surgiendo. Esa función me encantaría, me siento capacitado para enseñar, tengo paciencia y me gusta escuchar al jugador. Con Beto (Shell) hicimos un gran trabajo en la reserva y hoy se ven los frutos con la buena campaña y el salto que están dando algunos pibes al equipo de Primera”.
– En la mayor, ¿el SUPA puede pelear el título?
– Los chicos están ilusionados, este año se le ganó a Atlético (Monte Hermoso) y creo que no hay cucos en el torneo. Igualmente todo lleva un proceso, no es tan fácil agarrar un equipo y sacarlo campeón. Primero hay que armar el grupo, aprender a competir y entender que la Liga de Dorrego es de un nivel semiprofesional. Es complejo armar un plantel parejo y una base cuando, por trabajo o cuestiones personales, un domingo te faltan dos jugadores y al otro capaz que los que no vienen son seis. No es soplar y hacer botella.
– Lleva tiempo.
– Es un proceso que hay que respetar. Antes de salir campeón hay que experimentar un recorrido con muchos obstáculos, y para sortearlos tenés que estar preparado física, futbolística y mentalmente.
Aclara que es un ser muy sociable y que en Bahía “me hice de amigos que no son del mundo laboral ni futbolístico”. Dice ser feliz más allá de extrañar a sus seres queridos que nunca se fueron de Avellaneda.
“La vida de acá no la cambio con la de allá. Capital y el gran Buenos Aires es un quilombo, a las 8 de la tarde te tenés que encerrar y para entrar y salir de tu casa es necesario poner a alguien que vigile si no hay caras extrañas por los alrededores. No podés ir a un asado con amigos y volver a las 12 noches; al menos en el sector donde reside mi familia es tierra de nadie. Para meter el auto al garaje tenés que dar dos o tres vueltas y ver si no te están vigilando; es increíble pero es real”, describió.
“Quieras o no te acostumbras a vivir en la selva. Hoy, cuando mi mamá (Luciana) viene a visitarnos a Bahía, mira para todos lados, quiere mantener las ventanas cerradas, que la puerta esté con llave, es una obsesión que no le podemos sacar de la cabeza”, amplió.
– ¿Qué técnico te marcó en tu carrera?
– De todo me llevé algo. Gustavo (Alfaro) me enseñó que no hay premio sin sacrificio y Marcelo Fuentes (en ese entonces en reserva) daba unas charlas técnicas magníficas: te nutría con un montón de conceptos que después aplicabas como jugador. Otro que me causó buena impresión, más acá en el tiempo, fue Plácido Sangronis, un tipo tranquilo y muy analista. Con todos aprendí, y eso es lo que me llena de orgullo al poder recordarlo hoy.
– Tirame la posta: ¿vas a terminar como DT?
– No sé, no lo puedo asegurar ahora porque la vida y el fútbol cambian constantemente de escenario. Además no lo puedo buscar yo, se tiene que dar.