Hay plantas que gracias a su naturaleza de resiliencia atraviesan el invierno de una manera destacada, ya sea por su capacidad de tolerar y luego recuperarse de las condiciones ambientales adversas propias del invierno, con bajas temperaturas, menos lluvias y, en casos, de reiteradas heladas.
Entre las distintas variedades aptas para convertirse en las protagonistas del invierno, dispuestas a desafiar al frio, hay algunas que se atreven a mostrar su máximo esplendor y colorido en esta época del año.
Para comenzar, merecen destacarse las plantas caducifolias, las que pierden sus hojas, y lo hacen como ahorro de energía y protección contra las heladas, en un proceso llamado abscisión, que les permite conservar energía y adaptarse a épocas de escasez de recursos, como por ejemplo los árboles frutales como manzanos, cerezos y durazneros, que necesitan de estas horas de frío para dar su fruto en primavera.

Bulbos
En el grupo de las plantas bulbosas, tanto las que florecen en primavera (tulipanes, narcisos, etc.), como las que lo hacen en verano y otoño (dalias, calas), necesitan de un periodo invernal clave.
Los bulbos se preparan bajo tierra para el estallido de color futuro. Son órganos subterráneos de almacenamiento de nutrientes, adaptados a las bajas temperaturas invernales y que pueden tolerar perfectamente las heladas. Luego de un período de latencia invernal, los bulbos rebrotan, aportando color a los jardines.
La dormancia
La dormancia es un estado de reposo o letargo en el ciclo de vida de las plantas, donde su crecimiento y actividad metabólica se reducen drásticamente. Es un mecanismo de supervivencia crucial que les permite resistir condiciones ambientales desfavorables, como el frío intenso del invierno o la sequía extrema, que asegura que las plantas germinen o broten en el momento adecuado.
Durante este período, aunque la planta parezca inactiva, internamente ocurren procesos que la preparan para un crecimiento vigoroso cuando las condiciones vuelvan a ser óptimas. Permite a las plantas resistir el estrés ambiental que de otro modo las dañaría o mataría. Al reducir su actividad, las plantas conservan energía que usarán para el crecimiento futuro.
Las valientes que aportan color
Existen plantas que florecen con bellos colores vivos en invierno, tales como pensamientos, violetas, crisantemos, caléndulas, algunos jazmines, etc. Son plantas que se adaptan muy bien a las bajas temperaturas, van desde flores delicadas (violetas), hasta las más rústicas y fáciles de cultivar (caléndulas).
Algunos arbustos, como camelias (en zonas adecuadas), resaltan en medio del gris estacional con colores majestuosos tiñendo jardines, como también las azaleas que hacen más llevadero el duro paisaje invernal.
Acciones invernales en el jardín
Hay muchas actividades que realizar durante el invierno en el jardín; la poda invernal en una de ellas, y muy importante para la salud y el crecimiento de muchas plantas frutales y rosales. Es crucial porque la mayoría de las plantas están en dormancia, minimizando el estrés. Al no tener hojas, es más fácil ver la estructura de la planta, permitiendo eliminar ramas muertas o enfermas, mejorar la circulación del aire y estimular un crecimiento vigoroso y saludable en primavera.
Otra actividad en el jardín, huerto o cultivo es la protección hacia las plantas sensibles a las heladas. Se puede optar por mantas térmicas, el traslado de macetas y el mulching, que consiste en cubrir la superficie del suelo con una capa de materiales orgánicos, lo que ayuda a proteger el suelo, retener la humedad y suprimir las malezas.
También en invierno es tiempo de siembra. Varias hortalizas de hoja, como acelga, espinaca y lechuga de invierno, se siembran en junio y son ideales para la huerta en casa.
Hay que tener en cuenta, además, que la fertilización es importante durante el invierno, como acción destinada a preparar el suelo para la primavera.
*Fuente, Marina Fernández, en Meteored