León XIV encabezó la apertura del ciclo lectivo en la Universidad Lateranense, en Roma, y dedicó su mensaje a la necesidad de una formación profunda, rigurosa y conectada con los desafíos culturales, sociales y humanos del presente. Según subrayó, el mundo atraviesa un período marcado por la “superficialidad de pensamiento” y por un “vacío cultural cada vez más visible”, fenómeno que —advirtió— debilita la convivencia y la búsqueda del bien común.
Desde la institución que alberga facultades de teología, filosofía, derecho canónico y derecho civil, remarcó que los estudios superiores deben ofrecer herramientas intelectuales sólidas, pero también la capacidad de transformar la vida de las personas y de las comunidades. “Preparación, competencia y rigor científico” fueron algunos de los conceptos que destacó al referirse al rol de los futuros profesionales.
En su discurso insistió en que la investigación no puede volverse un ejercicio aislado del mundo real. Por el contrario, señaló que la universidad debe convertirse en un espacio que dialogue con los problemas contemporáneos, desde la pobreza y la fragilidad social hasta las tensiones culturales propias de esta época. En ese sentido, convocó a que los ámbitos académicos formen personas capaces de construir “un mundo más solidario y fraterno”.
También retomó el mensaje de Fratelli Tutti para advertir sobre el “individualismo radical” que, según afirmó, afecta especialmente a los jóvenes cuando la cultura propone respuestas rápidas, fáciles y desprovistas de profundidad. Frente a esa tendencia, pidió recuperar la vida comunitaria, la gratuidad y la reciprocidad como pilares de una sociedad más justa.
La intervención del Papa se produjo en un contexto global en el que numerosas universidades —incluidas instituciones eclesiales— atraviesan desafíos vinculados a la baja de matrículas, las dificultades económicas y la necesidad de adaptar su misión educativa a transformaciones culturales aceleradas.
El llamado, en definitiva, fue a renovar la formación como camino para afrontar la crisis de sentido que atraviesan muchas sociedades. Una invitación a pensar, a dialogar y a devolver a la educación su papel central en la construcción de futuro.







