El Puerto de Bahía Blanca volvió a ser protagonista en la escena agroexportadora argentina. Con más de un millón de toneladas de cereales y oleaginosas embarcadas en septiembre de 2025, el complejo portuario del sur bonaerense consolida una tendencia ascendente que se sostiene desde comienzos de año y que lo ubica como uno de los nodos logísticos más dinámicos del país.
Según datos oficiales, el mes incluye 1.057.673 toneladas despachadas, impulsadas principalmente por maíz, trigo y cebada. Si bien la cifra es algo menor al récord histórico alcanzado en agosto, cuando se exportaron 1.422.967 toneladas —un 63 % más que en el mismo mes de 2024—, el volumen mantiene un nivel elevado y refuerza la recuperación del sector.
Entre enero y septiembre, el puerto ya movilizó más de 7,7 millones de toneladas de granos, lo que representa un crecimiento interanual cercano al 11 %.
El trigo mostró un incremento interanual del 54,4 %, mientras que la cebada avanzó un 43 % en el mismo período. El maíz, por su parte, continúa siendo el cultivo estrella, con un cierre de campaña que alcanzó más del 95 % del área sembrada en la región de influencia de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca.
Este desempeño contrasta con años anteriores, en los que la sequía y las dificultades logísticas habían limitado los despachos. Hoy, con mejores rendimientos y mayor eficiencia portuaria, el puerto se consolida como la vía de salida natural de la producción del sudoeste bonaerense, La Pampa y parte de Río Negro.
Infraestructura y logística: claves de la expansión
Uno de los factores decisivos ha sido la modernización de la infraestructura portuaria. Inversiones en silos, sistemas de descarga más ágiles y mayor integración ferroviaria redujeron los cuellos de botella que solían complicar los picos de cosecha.
“Estamos viendo los frutos de años de trabajo en optimizar la operatoria portuaria”, señalaron desde el Consorcio de Gestión del Puerto, destacando que la eficiencia lograda permite acortar los tiempos entre la llegada del grano al puerto y su embarque hacia destino.
El transporte ferroviario, además, juega un rol creciente: cada vez más cargas llegan a Bahía Blanca a través de formaciones que unen el puerto con zonas productivas del interior, lo que abarata costos y reduce la presión sobre las rutas.
La demanda internacional, un motor adicional
El contexto internacional también favoreció el repunte. La guerra en Ucrania, las oscilaciones climáticas en Estados Unidos y las restricciones en otros países exportadores abrieron espacio para que el trigo y el maíz argentinos ganen participación en mercados de Asia, África y América Latina.
Bahía Blanca, por su ubicación y calado, es el puerto de aguas profundas que permite embarcar buques de gran porte sin necesidad de completar cargas en otras terminales, lo que le otorga una ventaja competitiva frente a otras zonas portuarias del país.
Pese a los buenos resultados, persisten algunos desafíos. Los costos de flete interno desde el campo al puerto continúan siendo altos, lo que erosiona la rentabilidad del productor y de las empresas exportadoras. A esto se suman lotes con exceso de humedad que retrasaron parte de la cosecha de maíz, y la incertidumbre sobre los precios internacionales de los granos, sensibles a factores geopolíticos y climáticos. Otro aspecto clave será la continuidad de las inversiones en infraestructura. El crecimiento de los embarques tensiona la capacidad operativa, y aunque el puerto ha mostrado mejoras, se necesitarán nuevas obras para sostener el ritmo en campañas futuras.
Las proyecciones son alentadoras. Con la cosecha gruesa prácticamente concluida y la fina en marcha, se espera que los volúmenes exportados se mantengan firmes en los últimos meses de 2025. La combinación de buena producción, demanda internacional sólida y eficiencia logística permiten augurar un cierre de año positivo, con Bahía Blanca consolidado como el principal motor agroexportador del sur argentino.