Según Alberto Arizu, director de la bodega Luigi Bosca, el vino rosado fue estigmatizado durante bastante tiempo en la Argentina, muchas veces no sin razón porque la calidad que se lograba en el país no era muy buena.
Pero los tiempos han cambiado para ellos: cada año se lanzan más y mejores productos, especialmente en el segmento de alta gama, gracias a bodegas que están perfeccionando sus métodos de vinificación y explorando qué se puede lograr en materia de rosados.
En esa transición han influido las mejores prácticas enológicas. Aunque todavía queda mucho rosado elaborado a partir de sangría de uvas tintas también es cierto que en las estanterías de las vinotecas y en algunas góndolas se han empezado a observar ejemplares que fueron pensados desde el propio viñedo para ser rosados.
Es razonable entender que tales avances y el hecho de que los mejor elaborados han sido concebidos desde la finca implican un mayor precio, aunque en un contexto en el que hay más consumidores dispuestos a pagar más por una buena botella de vino rosado. De todos modos, si hay algo distintivo en la industria vitivinícola es la diversidad, lo que permite satisfacer todos los gustos, cualquiera sea el tamaño de la billetera o el límite de la tarjeta.
Crecimiento
En 2024, el sector vitivinícola comercializó 568.207 hectolitros (hl) de vino rosado. La mayor parte de la producción (479.496 hl) se destinó al mercado local, mientras que las exportaciones alcanzaron 88.711 hl, por un valor de 25,9 millones de dólares.
El consumo interno registró un incremento del 12 % más que el año anterior. Este aumento refleja un cambio en los hábitos, el vino rosado ya representa más del 6 % del total de vinos consumidos en el país.
Las ventas al exterior también aumentaron: 23 % en volumen respecto a 2023. Se observan incrementos en el vino rosado sin mención varietal, varietal rosado y espumoso rosado. El año anterior se exportó a 91 países, siendo Brasil el principal comprador. Este comportamiento confirma el creciente interés del vino rosado, con una presencia consolidada en mercados tradicionales y emergentes.
Origen
Con raíces en la antigüedad, especialmente en la cuenca mediterránea, donde griegos y romanos ya elaboraban vinos claros, la región de Provenza, al sur de Francia, es considerada la cuna moderna del vino rosado de alta calidad.
Los primeros vinos que se hicieron allí fueron rosados, especialidad que se mantuvo durante generaciones, al punto que el 70 % del vino embotellado de la zona es rosado. Entre las variedades autóctonas, los vinos tienen un alto porcentaje de garnacha, syrah, mourvedre, cariñena o cinsault, propiedades que en la Argentina se buscan alcanzar con el malbec, el pinot noir, el sirah y el cabernet franc.
El rosado se consigue del primer escurrido del caldo de uvas tintas o tintas y blancas. El color lo aporta el contacto con el hollejo durante el tiempo que determine el enólogo, según el matiz que desee para su producto. Los sistemas principales para la elaboración del vino rosado en Provenza son el “sangrado” y la “maceración corta”.
Maridaje
La versatilidad del vino rosado para maridar con una amplia variedad de platos, desde entradas hasta postres, ha contribuido a su creciente popularidad.
De aromas suaves y aromáticos, seductor y vivaz en su color y sabor, es un vino de consumo informal, para empezar la reunión, preferidos como aperitivos, al inicio de las comidas, aunque pueden acompañar de maravillas a pescados, frutos de mar y arroces en todo tipo de preparaciones, y se luce en comidas casuales, como picadas, sándwiches y ensaladas.







