La crisis de los transportistas escolares tras un año y medio sin actividad

La no presencialidad por la pandemia afectó a muchos, entre ellos a trabajadores del transporte

Transporte Escolar

Si bien Monte Hermoso cuenta con pocos transportes escolares exclusivos, ellos también están con sus vehículos guardados. Esta situación, además de preocupar por la falta de ingresos cotidiana, genera también angustia por la incertidumbre.

Ya no es posible seguir con las combis o micros sin generar ganancia, teniendo en cuenta el costo de compra y de mantenimiento de estos vehículos.

Que los mismos estén guardados también tiene un precio, ya que el transporte se deteriora, su batería se agota, los seguros hay que seguir pagándolos y la habilitación para circular debe estar actualizada, al igual que la VTV, sin contar la cuestión impositiva, el pago de ganancias, monotributo, patentes, etcétera.

También sobrevuela sobre los transportistas otro fantasma: la ejecución de prendas de los vehículos adquiridos mediante préstamo o autoplan, que es el mecanismo propio de una actividad que exige un vehículo de no más de 15 años, plazo que se extendió a 16 por la cuarentena.

Auxilio

Los afectados reclaman un auxilio que les permita diferir los pagos hasta el reinicio de la actividad, que es un plazo incierto.

El Estado prometió un fondo especial para transportistas de 600 millones de pesos, para el que hubo de completarse una serie de formalidades para acceder.

Pero esta asignación no llegó a los pequeños transportistas, aquellos que quizás tienen un solo vehículo, porque para acceder se requería justificar un determinado nivel de ingresos y tener empleados a cargo.

Lo cierto es que los transportistas se siguen debatiendo en la incertidumbre y al día de hoy, con la vuelta atrás de la presencialidad escolar, su estabilidad laboral se altera nuevamente. Tal vez, su solicitud de auxilio al estado municipal podría ser una idea compensadora.

Qué pasa en Monte Hermoso

Con respecto a nuestra ciudad, el estado municipal subsidia parcialmente al transporte escolar, pero no lo hace de forma directa sino mediante un subsidio que se les otorga a las familias de los estudiantes para el pago del transporte, que se estima que alcanza para cubrir la mitad del costo.

Lo que suele ocurrir es que las familias utilizan ese dinero para otros destinos, como sustentar su propio vehículo para llevar a los estudiantes a la escuela, o desarrollar otras estrategias como juntarse y turnarse con los vehículos de la familia.

La situación ha llevado a los transportistas a buscar otras alternativas para compensar la carencia de ingresos y evitar llegar a la ineludible decisión de tener que malvender el vehículo.

Algunos levantaron sus recorridos y el servicio y otros vendieron el vehículo grande para comprar un vehículo menor y trabajar como taxi.

La creatividad a la orden del día en los momentos de crisis.

Algunos se convirtieron en fleteros, otros en transporte de verduras y verduleros, así como en transportadores de todo tipo de objetos que soporte su vehículo.

Ayuda oficial

Algunos piensan que una alternativa a sondear es que el municipio los contrate para brindar servicio de traslado de empleados, de acarreo o de reparto de mercaderías a las escuelas por parte de consejo escolar, y al mismo tiempo solicitar la eximición del pago del impuesto automotor, condonando las deudas existentes.

Sea como fuere, el sector reclama respuestas urgentes y lo que se advierte es que la situación no ha sido abordada.

No se advierte la presencia del estado para brindar asistencia a los pequeños transportistas. Evitar que la situación se agrave también es responsabilidad estatal porque los transportistas han caído en esta situación por razón de las decisiones tomadas por la emergencia sanitaria.

Sin paracaídas y sin colchón económico, cabe preguntarse cómo se puede estar un año sin poder trabajar. Y pueden ser dos.

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