La polémica detrás del Dióxido de Cloro: ¿qué es realmente y por qué podría curar el COVID-19?

Dióxido de cloro Andreas Kalcker

El biofísico Andreas Kalcker en su laboratorio de Suiza

En los últimos días se han difundido en los principales medios de comunicación diversas noticias acerca del Dióxido de Cloro (CDS).

Su consumo crece y, a la par, crecen las consultas, las dudas y la información.

Son numerosos son los testimonios acerca de los beneficios para el tratamiento de distintas enfermedades, y quienes lo promueven reclaman intervención de las autoridades para el uso correcto y para garantizar la seguridad en el consumo, así como el abastecimiento.

En una nota anterior difundimos información oficial sobre el científico alemán Andreas Kalcker, titular de las patentes del CDS, quien ha dejado dicha propiedad en forma gratuita para la investigación y para su uso en la medicina.

Este compuesto está siendo utilizado en algunos países como Perú, Bolivia y Ecuador para el tratamiento del Coronavirus, con asesoramiento e investigación de la Coalición Mundial Salud y Vida (COMUSAV), organización con sede en varios países y médicos de todo el mundo, incluídos argentinos.

La COMUSAV, organiza periódicamente eventos de difusión e investigación, en las que participan médicos, investigadores, periodistas, funcionarios, profesionales de la salud y el propio Andreas Kalcker.

¿Qué es el Dióxido de Cloro?

El dióxido de cloro es un gas sintético que no ocurre de manera natural, sino que se obtiene al hacer reaccionar clorito sódico con un ácido (habitualmente se usa ácido clorhídrico al 4%, aunque antes se usaba ácido cítrico al 50%). Es una molécula muy simple que se compone de dos átomos de oxígeno y uno de cloro.

El CDS está registrado con patentes gratuitas, ya que la intención de Kalcker es, según él mismo lo dice, contribuir a la salud de la población.

¿Por qué las críticas?

Según Adnreas Kalcker y quienes estudian rigurosamente el CDS, mucha gente critica el Dióxido de cloro por pura ignorancia, o bien debido a que su difusión en forma masiva pondría en riesgo acuerdos y negocios de farmacéuticas en todo el mundo.

En efecto, se han realizado estimaciones que indican un panorama realmente complejo para el sector: si el CDS se implementara masivamente, podrían sobrar una gran cantidad de medicamentos comercializados actualmente.

Esto explicaría la reticencia y la postura crítica de publicaciones de la O.M.S. hacia Andreas Kalcker y el Dióxido de cloro, y hacia las investigaciones que lo avalan.

¿El dióxido de cloro es lejía?

Desde su laboratorio en Suiza, Kalcker sostiene que la mayoría de los detractores están «muy mal informados y confunden diciendo cosas como «¿Cómo podéis dar lejía a la gente?»»

Sin embargo, el científico explica que es importante hablar con propiedad, ya que «el Clorito sódico no es lejía (hipoclorito sódico), de la misma manera que el agua (H2O) no es Agua Oxigenada (H2O2)».

Investigaciones actuales

Lo cierto es que, de acuerdo a las investigaciones llevadas a cabo en distintas partes del mundo, y especialmente por la COMUSAV, se trata de una gran oportunidad para el enriquecimiento de las metodologías y tratamientos existentes en la medicina convencional.

Así lo reconocen muchos profesionales que avalan su uso y su investigación, para lograr que llegue a mayor cantidad de gente según los protocolos de aptitud para el consumo humano.

Al momento, se conoce que se están llevando a cabo estudios en nuestro país, en universidades de Tucumán y Córdoba. Desde diversos sectores promotores del CDS, sin embargo, denuncian las presiones políticas y económicas que llevan a los investigadores a mostrar resultados inexactos o sesgados con un mensaje de alerta, sin difundir, en cambio, sus beneficios y bondades.

Para mayor información, compartimos la nota publicada por la revista Sexta Sección en la que se aportan más datos para la comprensión del debate que se ha abierto por este tema.

Fuentes:
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