Martín Fierro Federal en Bahía Blanca. Emotivo relato de Machiavelli sobre «esas pequeñas cosas» por las que está nominado

«De Leif a René», el recorrido de 25 años del ciclo de documentales que compite por un premio

Esas pequeñas cosas

Este sábado 23 se llevará a cabo en Bahía Blanca la ceremonia de entrega de los premios Martín Fierro Federal en radio y televisión del interior.

El evento lo organiza la Asociación de Periodistas de la Televisión y la Radiofonía Argentinas (APTRA) con el soporte de un productor bahiense y será transmitido en directo por la Televisión Pública, a partir de las 21.

Entre los ternados hay nueve producciones bahienses, entre las que incluyen el ciclo «Esas pequeñas cosas», del periodista Néstor Machiavelli, que emite la señal de cable BVC.

Nuestro habitual colaborador, quien alterna su residencia en Balneario Sauce Grande, reflexionó sobre la nominación que recibió su programa con este atinado mensaje que reproducimos.

Leif, René. Esas pequeñas cosas

Leif Larsen y René Favaloro. Uno hijo de daneses, otro de sicilianos; pescador en Monte Hermoso, médico rural en Arauz. Los dos apasionados por el mágico encuentro diario del sol con el horizonte.

Mientras remaba mar adentro en procura del sustento diario de la pesca, Leif disfrutaba los amaneceres, la irrupción del sol anunciando el día desde esa difusa línea imaginaria que une cielo y mar.

Favaloro, en cambio vivía enloquecido por los atardeceres. Cuando el oficio de médico rural le daba un respiro, se sacaba el guardapolvo y partía a las afueras de Jacinto Arauz a ver la puesta del sol entre caldenes y vuelo de calandrias.

Siempre repetía que de la vida lo único que nos vamos a llevar son «esas pequeñas cosas». Cada vez que escucho esto siento que es un mimo que baja del cielo para nuestro ciclo de TV que lleva ese nombre.

Este sábado, a partir de las 21, la Televisión Pública transmitirá en directo la entrega de los Martín Fierro Federal, con que APTRA premia producciones del interior del país. Nuestro ciclo está nominado en el rubro mejor programa de documentales. Todo estímulo que valorice el trabajo de realizadores siempre es bienvenido.

Esas pequeñas cosas tiene un largo recorrido que comenzó hace poco más de 25 años con el reportaje al inolvidable Leif Larsen. Y hoy estamos disfrutando la repercusión del último estreno, la historia de René Favaloro en los años que fue médico en Jacinto Arauz y la relación que lo unió con médicos e instituciones de Bahía Blanca.

Esas pequeñas cosas comenzó a emitirse en la Capital en medio de dos programas de investigación que tuve el placer de integrar y donde coseché amigos entrañables. A comienzos de los años de 1990, “Edición Plus”, en Telefé, y años después, “Zona de Investigación”, en Azul Televisión. Es más, quienes formaron parte del equipo de producción  de Esas pequeñas cosas fueron compañeros camarógrafos, editores y guionistas con los que trabajamos juntos y mucho aprendí en los años de Edición Plus y Zona de Investigación

Claro que disfruté la etapa del periodismo duro y puro en estos ciclos de TV, pero internamente sentía que entre pícaros, corruptos y cámaras ocultas se me escapaban de las manos y del corazón cosas de todos los días que aprendí a valorar y disfrutar en el pueblo y la geografía de la infancia.

Vecinos que todas las tardecitas sacaban la silla a la vereda para observar lo que sentados en el living de la casa ningún televisor ni computadora nos puede mostrar.

Así nació este ciclo, convencidos de que cada persona, por simple que parezca, como una piedra inexpresiva, esconde un diamante en su interior y el desafío que asumíamos era encontrar ese diamante y mostrárselo a la gente.

Repito una y mil veces que las historias y personajes que nutren el programa están al alcance de la vista y de la mano, nos observan, nos guiñan el ojo a la pasada. Solo hay que observar lo que otros pasan sin mirar o inmersos en la pantalla del celular; detenerse, reclinarse y recoger esas historias como margaritas silvestres que crecen en la banquina del camino vecinal, en la vereda del colegio del barrio o en trincheras de pequeñas o grandes guerras.

Estoy convencido de que muchas de estas historias simples y cotidianas trascienden a los realizadores y con el paso del tiempo se vuelven eternas y universales.

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