Padre Walter París: «La cuarentena ha revelado que la familia es la que hace girar al mundo»

El sacerdote se refirió a la educación durante la cuarentena y pidió una autocrítica profunda de la sociedad para salir «renovados y fortalecidos».

Padre Walter París Monte Hermoso

Padre Walter París

La cuarentena y el confinamiento han traído consigo innumerables puntos de reflexión y de revisión en torno a diferentes aspectos de la vida social.

Uno de los temas de mayor interés y urgencia es, sin duda, el de la educación. Transitando el mes dedicado a los educadores y a los estudiantes, conversamos con el Padre Walter París, párroco de la Parroquia Stella Maris de Monte Hermoso y de la Parroquia Inmaculada Concepción de Coronel Dorrego.

Además de acompañar desde su tarea como pastor de las comunidades a su cargo, el Padre Walter se ha dedicado en este tiempo a profundizar en sus estudios como historiador.

Desde su mirada, singular y crítica, aborda temas como la educación, el rol de la familia y la importancia de la formación de la clase política.

Muchos profesionales de distintos ámbitos de la salud, como fue el caso de Facundo Manes, alentaron, a medida que las restricciones se iban flexibilizando, a retomar actividades vitales como salidas al aire libre, visitas a familiares, la participación religiosa. ¿Cuál es su punto de vista en relación a esto?

– Evidentemente se trató de seguir un patrón que se venía siguiendo a nivel mundial. Recordemos que Italia fue el primer país que aplicó un confinamiento estricto, primero en una región, después en todo el norte y después en todo el país.

Luego siguieron otros países de Europa. Argentina trató de seguir el mismo método que seguían esos países, con la intención de evitar que esta ola fuera un tsunami que nos arrastrara. Estuvo bien, era necesario para prepararnos.

Mientras que en Italia se decretó el confinamiento cuando estaba todo desbordado, acá se procuró aplicar el confinamiento antes de que la situación creciera, cuando recién se iniciaba, para poder preparar el sistema de salud y adaptarlo a todas exigencias que requiere una enfermedad tan contagiosa como el COVID.

Parroquia Stella Maris, Monte Hermoso.

Aparte, había menos conocimientos que ahora. Pero hay un punto en el que no se puede tener a la gente encerrada de por vida. Y acá aparecen algunos mensajes que no son precisos.

Entiendo que se trata de ayudar a que la gente tome conciencia, pero no hay que asustar a la gente, porque usamos un método infantil, es como asustar al nene con el cuco.
Así se impide que las personas tomen una postura adulta frente a esto. Dicen que no se hagan reuniones sociales, pero como el cuco no existe, se hacen igual.

Al COVID no hay que tenerle miedo, sí respetar a un virus que tiene una altísima contagiosidad. Podríamos contagiar a personas que queremos mucho y afectaría sus vidas, a personas mayores, personas con enfermedades previas, personas inmunodeprimidas, que son más sensibles a esta infección.

No hay que asustar a la gente. Así se impide que las personas tomen una postura adulta frente a esto.

En este sentido, creo que no es verdad que vamos a vencer al virus. Esto no es posible, lo puede decir cualquier persona con conocimientos básicos, incluso ni la vacuna vence al virus, lo que evita es su circulación y su cultivo en las personas, entonces al no encontrar donde reproducirse, el virus tiende a desaparecer, pero sigue circulando hasta que encuentre unas condiciones propicias para crecer.

Aún con las vacunas las enfermedades siguen circulando, como la tuberculosis, el SIDA, que se ha transformado en una enfermedad crónica que se trata con medicamentos, y muchas otras enfermedades de las que tenemos que cuidarnos, no tenerles miedo.

Asustando a la gente y manteniéndolos encerrados, lo que verificamos en la experiencia, es que después de 180 días de confinamiento, que hemos tratado de vivir de la mejor manera posible, obedeciendo y acompañando a las autoridades, la experiencia nos muestra que la situación no ha mejorado, sino que ha empeorado.
Lo cual demuestra que estar indefinidamente confinados, no es un remedio para detener el avance del virus.

Por lo tanto, tenemos que tratar, con precaución, de conservar nuestra vida social: el esparcimiento, levanta las defensas; los deportes, levantan las defensas.
¡En algunos aspectos habrá que liberar! ¡No sabemos qué va a pasar mañana! Hay cosas que tenemos que vivir con normalidad, pero también tenemos que ser más adultos. Nosotros los adultos, no comportarnos de manera infantil, poco seria e irresponsable.

Hay cosas que tenemos que vivir con normalidad, pero también tenemos que ser más adultos.

Evidentemente, para evitar la circulación del COVID, tenemos que usar tapaboca y tapa nariz, lavarnos las manos, mantener el distanciamiento, así se evitarán contagios. ¡Hay que dejar de tomar mate! Porque nos podemos contagiar, no sabemos con quienes estuvo la otra persona, no porque haya que controlar a los otros, sino para proteger nuestra salud.

Son conductas que cada uno tiene que decidir dejar de hacerlas; si no lo hacemos, por más que estemos encerrados, la cadena de contagios, seguirá.

¿Cuál cree que ha sido el rol que ha cumplido la familia en el sostén de las emociones y de las tensiones causadas por el aislamiento, las restricciones y los cambios de hábito repentinos y estrictos?

– Creo que la la familia fue la gran protagonista. Más allá de que algunas ONG a nivel mundial traten de disolver u destruir la familia tradicional, como ellos mismos lo preconizan, las organizaciones feministas, o los que promueven el aborto o nuevos modelos familiares, plantean que hay que acabar con el modelo tradicional de familia. La cuarentena ha demostrado que el mundo se mantuvo en pie, gracias a la familia.

Llegó un momento en que todo se cerró, el Estado, las escuelas, los hospitales, sí, porque se querés ir al hospital, no podés, ya que está virtualmente cerrado, aun cuando te atienden tenés que hacer todo un trámite, porque está la situación de COVID y el temor…Cerró la Iglesia, porque no nos permiten hacer celebraciones ni reunirnos en grupo. Todo cerró, lo único que no cerró es la familia.

La cuarentena ha demostrado que el mundo se mantuvo en pie, gracias a la familia.

Estas ONG que plantean la abolición de la familia tradicional, hablan de situaciones de conflicto, violencia de género, violencia doméstica, que de por sí están mal, pero que existían antes de la pandemia y de la cuarentena; más bien son producto de que estamos viviendo mal la vida, mal la familia, mal los vínculos…es todo un análisis que no cabe ahora.

Pero lo real es que lo que está sosteniendo la educación de los chicos en medio de la cuarentena, es la familia. La familia está sosteniendo la salud mental de sus miembros.

Padre Walter París

La familia es la que ha sostenido al mundo. El mundo puede parar en muchos aspectos, pero de ninguna manera se puede detener la familia. Realmente, si no estuviera la familia, el mundo ya hubiera colapsado. Si el Estado tuviera que cuidar a toda la gente que hoy se quedó fuera de los encuentros públicos, no tendría recursos ni medios para hacerlo. La familia es un recurso precioso de la sociedad.
La cuarentena ha revelado que la familia es la que hace girar al mundo, la familia es la que trae la vida, la que educa a los chicos. Concretamente la relación varón-mujer, la relación de los esposos, es lo que hace girar al mundo. Esto quedó claro en la cuarentena.

De hecho las escuelas deberían abrir, porque muchos padres ya están trabajando y es la familia la que está sosteniendo esta situación. Creo entonces que la gran fortalecida de la cuarentena es la familia. Pero para ella ha sido difícil, está exhausta! El encierro, el estrés, la falta de trabajo. La gran triunfadora, como disposición de la realidad, por su imponencia, ha sido la familia.

¿Cree que en todo este tiempo se ha dado una comunicación completa sobre estas necesidades básicas, además de los cuidados para evitar el contagio?

– Creo que lo más razonable es retomar una vida lo más normal posible, y sobre esto hay muchas cosas para pensar: ¿cómo se van a abrir las escuelas? ¿Están limpias las escuelas? ¿Se tomaron las medidas sanitarias? Acá se presenta otro tema más profundo que quedó al desnudo en Argentina con la pandemia, es la EDUCACION.
Vivimos en una sociedad que no está educada para cumplir normas, está educada para tener derechos y hacer lo que se quiera.

Esto hizo mucho daño a la cuarentena, por eso se generaron muchas situaciones de rispidez, porque cada uno quiere hacer lo que se le ocurra. En contrapartida el Estado toma medidas, retrocede las fases: “si te portas mal, volvemos a fase uno”, como se trata a las mascotas! “Si te portas mal, te encierro en el corralito”. No veo que este sea el camino!

Vivimos en una sociedad que no está educada para cumplir normas

Debemos hacer una autocrítica muy profunda sobre cómo hemos educado en estos últimos veinte años; a los adultos y jóvenes de la actualidad, porque muchos son egoístas y no registran que los principales trasmisores del COVID, son ellos.

Hemos educado personas individualistas que no respetan las medidas. Retomando las palabras del Jefe de Gabinete, que yo mismo escuché, tenemos que dejar de mirar la cantidad de contagios y mirar la saturación del sistema hospitalario, la cantidad de decesos.

Es cierto, contagios va a haber, pero mas del 80 %, está comprobado, transita la enfermedad de manera benigna, sin complicaciones. Hay un 20% que tiende a hacer complicaciones y algunas, severas.
Por lo tanto se debe evitar que el sistema de hospitalario se sature. Todos los años muere mucha gente.

En la Agencia TELAM se puede encontrar la noticia de que en el año 2018 murieron en Argentina, 33.000 personas de neumonía y gripe. No es algo nuevo.

La gripe, los adenovirus y muchos patógenos más son peligrosos para nuestra vida y generan muchas muertes, lo que pasa es que como eran invisibles, parece que no nos dábamos cuenta…tenemos que cuidarnos y mucho! Es una situación nueva de la que debemos salir fortalecidos.

Gran parte de los argentinos cree que hubo una utilización política de la cuarentena, más allá de las medidas sanitarias necesarias. ¿Cuál es su opinión al respecto?

– Esta crisis de COVID ha desnudado, no sólo en Argentina, sino a nivel global, que todos los partidos políticos han demostrado una incapacidad para poder conducir a la sociedad de manera sensata y seria. Esto tiene que provocar una gran autocrítica, porque cada sociedad genera los políticos que tienen que dirigir su destino con una mirada global.

Vemos que se está utilizando políticamente el COVID, se está avanzando en otros temas, cada uno está tratando de llevar agua para su molino, eso es malo. El deber de los políticos es conducir a los argentinos a través de esta crisis que es mundial, y llevarla a buen puerto.

Cada uno está tratando de llevar agua para su molino, eso es malo.

Los médicos estudian para cuidar la salud de la gente, los docentes estudian para saber educar, todos los profesionales se capacitan para desempeñar su tarea; el político tiene que estar preparado para gobernar y conducir a una sociedad y administrar el bien común, pero todos han hecho agua en esto.
Merece una reflexión que tenemos que hacer como país.

Los políticos son los que tienen que conducir al país, asesorados por los profesionales. Esto lo vimos en otros países que tomaron decisiones de acuerdo al bien común. Es una gran tarea, una gran autocrítica! Porque esto denota una gran falta de formación, que aun haciendo lo mejor que pudieron, no están a la altura de las circunstancias.
Esperemos salir de esta situación nueva, renovados y fortalecidos.

– ¿Qué respuesta encontró de la gente desde la virtualidad y desde las herramientas de comunicación disponibles? ¿Se pudo en este tiempo hacer un camino de fe y devoción aún con las limitaciones?

– Fue lindo ver como a pesar de las dificultades, la gente mostró ganas de seguir y hacer las actividades «sea como sea», realmemente la gente tenía ganas de hacer cosas: seguir con la catequesis, los jóvenes prepararon un retiro virtual para Semana Santa.

Traté de no perder el contacto con la gente, nunca dejé de visitar enfermos y de acompañar a los que más necesitaron compañía de un sacerdote.

– ¿Cómo vivió este tiempo personalmente?

Los primeros días de aislamiento estricto los viví bien; no me costó, porque no me cuesta el silencio, no me cuesta estar conmigo mismo ni estar solo, estoy con Cristo.

Fue un tiempo productivo, en el que incluso pude terminar un libro que si Dios quiere saldrá a la luz en esta segunda mitad del año.

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