Con una ocupación inmobiliaria y hotelera prácticamente plena, Monte Hermoso vive por estos días uno de los momentos de mayor movimiento del calendario turístico anual. El cierre del año encuentra a la ciudad con una afluencia sostenida de visitantes, impulsada principalmente por la llegada anticipada de numerosas familias de la región.
En muchos casos, se trata de propietarios no residentes que cuentan con vivienda en la ciudad y eligen arribar ya desde Nochebuena o Navidad. Esa presencia temprana genera una permanencia prolongada que atraviesa las fiestas y se extiende hasta los primero días de enero, consolidando un clima de reencuentro, descanso y celebración.
A medida que diciembre va llegando a su fin, se produce la llegada masiva de quienes eligen nuestro balneario, procedentes de todo el país, para festejar el recibimiento del año nuevo.
El espectáculo de los fuegos
Aún cuando el evento tiene sus detractores, que ponen el foco principalmente en la contaminación sonora, el espectáculo de fuegos artificiales de año nuevo se transforma en uno de los puntos centrales de la agenda turística convocando tanto a turistas como a vecinos en distintos sectores de la playa.
Con el correr de los años, la experiencia se consolidó no solo como un show puntual, sino como una postal colectiva que combina la emoción de esta fecha singular y única del calendario, con el inicio para muchos del período de vacaciones.
El disparo de los fuegos se realiza desde el sector de Traful Bis y Costanera, que funciona como eje del evento. Allí se concentra buena parte del público que busca ver el show desde el punto más cercano posible al lanzamiento, con una vista directa y envolvente.
Alrededor de la 1 de la mañana, ya con el nuevo año en marcha, ese mismo sector se convierte en escenario de una fiesta abierta, con música y DJ en vivo. Además, allí se coloca un cartel luminoso con la insignia del año entrante que se transforma en uno de los lugares elegidos para sacarse fotos durante la madrugada.
El mayor número de espectadores, sin embargo, se concentra en la extensión de la playa, tanto hacia el este como hacia el oeste, donde el espectáculo es apreciado desde la panorámica de la distancia, en muchos casos por familias y grupos de amigos que eligen ese entorno costero, con mantas y reposeras, incluso para el brindis de las 12 de la noche.








