Las vacaciones de verano se han convertido en un informal (insólito) estímulo para sentar posturas políticas y desplegar la esgrima verbal en las redes sociales, que con menos profusión y tal vez con fervor algo menguado se renueva en el comienzo de esta temporada reeditando lo que proliferó en la anterior.
La novedad ahora es que recrudecen las quejas que se dejan escritas sobre el alto costo de veranear en Monte Hermoso, críticas al elevado valor de las tasas municipales, las prohibiciones y las restricciones que disponen las autoridades, focalizadas en el estacionamiento en zonas céntricas y los gazebos en la playa.
Tales argumentos suelen emplearse como razones suficientes para sustentar el diagnóstico agorero a partir de afirmar que se verificó un magro movimiento turístico en este diciembre que concluye.
Digno es reconocer que el ajuste implementado por el gobierno actual, tendiente a bajar drásticamente la inflación centrado en el estricto control del dinero circulante, ha obligado a modificar hábitos de consumo en los hogares y a un cambio de prioridades en la asignación de los gastos cotidianos, con mayor capacidad de planificar pero en un contexto, para muchos, de forzosas limitaciones.
Tratando de establecer una correlación entre virtualidad y realidad consultamos a Román Schwengle, de Reis Mar y Playa, complejo habitacional en altura frente al mar en Perón al 900: «He escuchado y leído a muchos quejarse, hasta afirmar que este es el peor diciembre que se ha visto. La verdad es que nosotros estuvimos prácticamente trabajando todos los días, muy ocupados, menos pendientes en el alquiler de diciembre, enfocados en enero y febrero».
El emprendedor considera que «los precios son razonables y que la temporada va a ser buena», pero manifiesta preocupación por las condiciones estacionales: «Fuera de la temporada −lo he hablado con otros comerciantes− la disyuntiva es proyectar lo que va a pasar a partir de marzo, y muchos estamos pensando en cerrar porque el alto costo de los servicios y de mantenimiento que debe afrontarse para sostenerlo abierto fuera de temporada es altísimo».
Román anticipa que «cuando ya esté todo más acomodado −ahora tenemos mucho laburo todavía por suerte− vamos a seguir charlando entre quienes compartimos la disyuntiva que se presenta de marzo hasta diciembre, nueve meses prácticamente sin ingresos con gastos muy altos».







