Reflexiones ante el pronto inicio de las clases: el desafío de involucrarnos en el recorrido educativo

A poco de iniciarse el ciclo lectivo surgen, una tras otra, reflexiones acerca del proceso educativo

Escuela primaria Educación ciclo lectivo 2022

Foto: abc.org.ar

Para puntualizar, en lo que se refiere a la escritura y la lectura mucho se ha cuestionado sobre la metodología utilizada (sin ponerle ningún adjetivo ni etiqueta) ya que al parecer de muchos no ha dado buenos resultados. Esto lo podemos analizar en detalle, pero surgen de esta aseveración un montón de conclusiones que se van desprendiendo. 

Así que, para ordenar un poco, no solo para su mejor lectura, sino también para no “mezclar” frutas con verduras, podemos reflexionar un poco sobre cada ítem.

El proceso de la lectura y la escritura

Ya sabemos que la enseñanza de cualquier contenido, así como de la lectura y la escritura, es un proceso, que no se da mágicamente ni de un día para otro. Pero ahora también sabemos que este proceso comienza en el mismísimo momento en que un niño reflexiona, indaga, pregunta, concluye, y establece la diferencia entre un dibujo y una escritura. 

Una vez establecido esto, el niño extrae muchas conclusiones sobre las letras. Que esos garabatos dicen el nombre de las cosas, que se llaman letras o palabras, que pueden ser cortas o largas (y no siempre por ser largas son el nombre de un objeto grande), que las letras no pueden ser repetidas, porque, si no, no dice nada; que no pueden ser solo dos letras porque tampoco dice nada; hasta que descubren el valor sonoro. Ahí se dan cuenta de que cada letra representa un fonema y de ahí a la correlación entre fonema y grafema no hay más que un paso. El mecanismo fue descubierto por el niño.

Por supuesto que un niño o niña no puede hacer esto solo, necesita un guía, un orientador, que por lo general es un adulto, ya sea de la familia o el docente si se trata de la escuela. A partir de aquí el niño descubre un universo y comprende que el camino es infinito. Que puede leer, que puede escribir, que puede volcar en una hoja de papel lo que piensa, lo que sueña, lo que imagina. Qué maravilloso el mundo de la escritura y de la lectura.

Ahora bien, parándonos sobre las críticas vemos la nostalgia de algunos hacia los métodos “tradicionales” de enseñanza de la lectoescritura. Sostienen que los métodos rígidos son más eficientes. Un hecho que nadie discute, ya que tanto yo como probablemente el 90 por ciento de quienes están leyendo, aprendimos con ese método. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Y los conceptos también. Antes se creía que el niño aprendía a escribir y a leer cuando ingresaba a la escuela y que a partir de una metodología rigurosa (que incluía la práctica de la psicomotricidad fina) y repitiendo fonemas y grafemas el niño en 6 meses aprendía a leer y escribir. Y en dos años reforzaba y fortalecía. Todo esto es cierto. Sin embargo, este planteo dejaba muchas cosas en el camino.

Cuando hablamos de igualdad educativa, de democratización de la educación, de potencialidades y derechos, estamos hablando de lo que plantea el constructivismo (me voy a salir de lo tradicional y de la psicogénesis). Planteamos el construir el conocimiento con el otro. Y por qué algunos creen que eso está mal. ¿Tal vez porque lleve más tiempo? ¿También porque requiere mayor esfuerzo del docente? ¿Tal vez porque construye con el error? ¿Tal vez porque colabora con la formación del pensamiento crítico? ¿Tal vez porque el niño que construye será el adulto que piense? Y si…. Todo esto va a pasar.

Vamos ahora a las dificultades. Y pueden ser escasas o pueden ser muchas. Si son escasas hablamos de mal uso de la ortografía (que la escuela debe corregir; aunque no se trabajen las normas ortográficas, las mismas deben indicarse en la lectura y en la escritura y brindarle al alumno la información sobre cómo es la manera correcta de escribir y por qué… no es azaroso, hay una metodología en cada idioma que debemos aprender y respetar y no está mal que se lo informemos), mala separación de las palabras (que también debemos corregir, enseñarle al niño que si bien hablamos “todo junto” las palabras están separadas), mala puntuación (también debe trabajarse los signos de puntuación en la trayectoria educativa). Escasa comprensión de textos: esto debe trabajarse en el aula, desde inicial, y de hecho así se hace. 

Para reforzar todo esto quiero mencionar que estos conceptos están detallados y establecidos en el diseño curricular de uso obligatorio (donde consta lo que se debe enseñar, graduado y complejizado) tanto en provincia de Buenos Aires como en CABA.

Entonces, por qué tanta crítica. Nunca el Estado (políticas educativas de por medio, de cualquier gobierno) le ha prohibido al docente enseñar. Jamás se le ha dicho a un maestro que no puede enseñar tal o cual cosa. Ahora bien, podemos hablar de la mala formación del docente… tal vez; pero un docente que no enseña (además de equivocarse de profesión) tiene un directivo que no asesora, no supervisa, no enriquece, etcétera.

Matrícula desfavorecida

Pongámosle la etiqueta que más cómoda nos quede: vulnerable, con menores posibilidades, desfavorecida, con menores recursos, carenciados (cada gobierno las ha denominado de una manera diferente aunque todos los adjetivos significan más o menos lo mismo). En fin, vamos a hablar de los niños que no aprenden. Y el abanico es amplio. Porque nadie ha dicho que en tal tiempo el niño aprende, sino que entre los 5 y los 9 años un niño debería aprender a leer y escribir. Por eso el criterioso tiempo pedagógico (unidad pedagógica), de no repitencia ni de cambio de seño, para poder ofrecerle a los niños la posibilidad de transitar ese tiempo sin mayores cambios; respetar su propio tiempo para lograrlo. 

¿Por qué eso habría de estar mal? ¿No es acaso cierto que a cada uno de nosotros algo nos ha costado más tiempo y esfuerzo que a otros poder aprenderlo? Es así, no todos aprendimos a conducir un automóvil en una semana, algunos no lo lograron nunca, o hacer asado en dos ocasiones, o un bizcochuelo, o a cortar el césped o a usar el cajero del banco… qué se yo… miles de ejemplos se me ocurren, entonces, por qué un niño tiene que aprender a leer y escribir en primer grado? ¿Por que no podemos brindarle el tiempo y las oportunidades que necesite? No me parece que eso sea inadecuado.

Tampoco podemos comparar con lo que aprenden los niños en las escuelas rurales. Ya sabemos que son varios chicos y chicas en una misma aula, con distintos niveles y un mismo maestro. Y aprenden. Pero el ejemplo no sirve por varios motivos: el maestro está preparado para enseñar en esas condiciones, los niños también, y el proceso educativo se enriquece con esa diversidad.

Podemos considerar también a los niños que presentan destacadas dificultades. Y para eso están los especialistas si es que lo que el maestro le ofreció no resultó. Están los equipos de orientación escolar, las y los psicopedagogos, las maestras inclusoras… en fin, una batería de profesionales formados para indagar y abordar las dificultades pedagógicas específicas.

Sin embargo, mandar a un niño con la maestra recuperadora, excluyéndolo del aula, no es una actitud que lo fortalezca, que lo favorezca. Con estas costumbres, las de etiquetar y ponerle al niño la marca de que no aprende, lo único que logramos en generar un aspecto poco inclusivo. Es señalar al que no puede y sacarlo para que la maestra recuperadora, o el psicopedagogo o la maestra inclusora le enseñe. ¡Tremendo! ¡Qué manera de señalar y lastimar al otro!

El aprendizaje se construye entre todos, entre los que más y los que menos pueden. Entre los que entraron a la escuela primaria leyendo y escribiendo y también con los que apenas escribían su nombre. Y el tiempo y las oportunidades hacen el resto. Un trabajo en equipo, donde el aprendizaje lo construimos entre todos: los niños y los adultos. 

El niño nunca aprende solo

Seguramente todos tenemos en la cabeza el nombre de alguien que “aprendió solo”. Pero no es así. El aprendizaje es un acto cultural. El ser humano vive en sociedad. Por eso es que el conocimiento lo construimos. Cuanto más oportunidades le ofrezcamos de conocer y saber, mejor rendimiento educativo tendrá el niño. Eso lo sabemos todos. Si dejamos a nuestros preescolares colgados de los dibujitos de la tele, o con la tablet jugando horas y horas, no podemos pretender luego que el niño tenga lenguaje, que pueda sociabilizar, que demuestre interés por el mundo real. No, eso no va a suceder. Porque su mundo será su fantasía, no su realidad.

Ahora bien, si le ofrecemos juegos didácticos, construcción con arena, palitos, parque, plaza, playa, otros niños, cuentos, juegos, música (para niños no para adultos), fortaleceremos su imaginación, su deseo de saber, sus ganas… y tal vez pensemos que ese niño aprendió solo.

Repetir como loro

Hoy ya nada se enseña de memoria. Ni las tablas de multiplicar.

Como adultos nos preguntamos el por qué. Si cuando nosotros fuimos a la escuela tuvimos que saber el abecedario, las tablas de multiplicar y las 800 conjugaciones de los verbos. ¡Pero hoy, los niños usan otros recursos! No necesitan saber las tablas. Tienen otras estrategias. No necesitan el mecanismo de las operaciones, resuelven de otro modo. Y puedo asegurarles que si les preguntamos cómo lo hicieron, el mecanismo de su cabecita es mucho más complejo que una repetitiva fórmula. Y maravilloso.

En tiempos de descubrimientos no hace falta estudiar de memoria. Porque todo se recuerda.

Es cierto que luego vendrá otro nivel (el secundario) donde los contenidos se van volviendo diversos y complejos y hay que “estudiar en serio”. Pero aquel niño que aprendió a construir es tan rico interiormente que para él comprender y retener la información no es algo complicado. Por supuesto que aquí también hay tiempos. Y que a algunos adolescentes les gusta más o menos que a otros la escuela secundaria. Sin embargo, cuando se cruzan con profesores comprometidos y responsables, el aprendizaje es un placer. 

Ni estafas ni fracasos

Nunca el aprendizaje es un fracaso. Se puede aprender más o menos. Se puede saber más o menos. Se puede disponer de mayores o de menores recursos culturales. Pero el aprendizaje siempre es una ganancia. Siempre.

Y el sistema educativo nunca estafa. Es la puerta abierta al conocimiento y al crecimiento. La puerta grande al maravilloso mundo de la construcción de nosotros mismos y de lo que queramos ser.

Tecnología en mano

Tengamos en cuenta también el maravilloso aporte de la tecnología para nuestros niños y adolescentes. ¿Podemos decir que ya no leen libros? Tal vez no en soporte papel, pero de seguro todos los adultos podemos asegurar que nuestros jóvenes leen mucho, sobre los temas que les interesan. A veces, uno siente que tienen un gran nivel de conocimientos que “no sirven para nada” y esto les despierta una sonrisa. Pero no es así. En algún momento son tan útiles como importantes. Y nuevamente volvemos sobre lo mismo: la metodología es otra, el aprendizaje es el mismo.

Un niño que lee, será un adulto que piensa

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