Votar a quien respete y garantice la Constitución Nacional: un criterio decisivo para estas elecciones

Comparto una reflexión en este momento de veda electoral en el que todos nos preparamos para cumplir con nuestros deberes cívicos frente a las elecciones. Quería concentrarme en la imagen de Fray Mamerto Esquiú, que ha sido beatificado recientemente, porque veo un mensaje simbólico de Dios, en primer lugar, y del Papa.

Fray Mamerto Esquiú, un hombre de la Constitución Nacional, que fue convencional constituyente en su provincia, un hombre que bregó por las libertades, que fue un acérrimo defensor de la Constitución Nacional, a la que ha presentado en sermones a pedido de su Obispo.

Realmente es un mensaje muy importante, porque en estas elecciones tenemos que votar y jugarnos por aquellos que defienden a la Constitución Nacional, porque representa nuestras libertades físicas y cívicas, nuestras garantías, derechos.

Es muy importante este mensaje. Porque cualquiera que manipule nuestra Constitución Nacional exponiendo que hay que cambiar el contrato social va a estar manipulando nuestra libertad y nuestra vida. Y este es un mensaje fuerte de parte de la Iglesia y del Papa, con la beatificación de Fray Mamerto Esquiú, en el medio de este clima electoral, ofreciendo un criterio de qué es lo importante de la vida.

Porque sin libertad, no vamos a ningún lado. Hay algunas posturas que plantean tocar libertades, supuestamente en función de los demás. Y eso es imposible: donde tocamos la libertad, no estamos defendiendo a los demás, sino que estamos avasallando a las personas.

Este criterio que nos ofrece la Iglesia a través de Fray Mamerto Esquiú puede ayudarnos a tener un poco más de claridad en medio de toda esta confusión que vivimos, entendiendo que la Constitución Nacional es decisiva para nuestra vida y para la supervivencia de nuestra Nación.

El Estado presente

En estos días previos a este episodio electoral de las PASO surgieron preguntas entorno al Estado presente. Y tal vez tenemos que preguntarnos a qué nos referimos cuando hablamos de esto. Tal vez se refiera al Estado que actúa sin que ‘se note’, donde se note su eficacia por su acción y no por su visibilidad. Porque un Estado presente que se vuelve omnipresente se transforma, tarde o temprano, en un totalitarismo.

Un Estado presente es favorecedor del progreso, del crecimiento, de la educación. Como nos dice Gaudium Et Spes, del Concilio Vaticano II, el que crea las condiciones para que todos alcancen por sus propias fuerzas y medios para su desarrollo. Un Estado que regule pero que no controle.

Acá hay dos palabras que están en juego: regular o controlar. Acompañar u ocupar espacios. Un Estado que ocupa espacios no es democrático. Y este es un tema que no se está debatiendo profundamente: se simplifica en las categorías “Estado presente-Estado ausente”.

Por otra parte, un Estado presente es plural, que respeta todos los ámbitos, todas las libertades, los pensamientos. No se compromete con un pensamiento único ni persigue a los que piensan de otra manera. Considera, en cambio, que todos los ámbitos de la realidad son una riqueza.

Es un tiempo propicio para que podamos ir profundizando estas reflexiones, mejorándolas y ayudándonos a vivir en una Patria en la que todos seamos hermanos y donde tengamos una estructura de Estado que favorezca la libertad, el desarrollo y el progreso de todos.

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