Llega la primavera y nuestra ciudad renace como las hojas de los árboles. A medida que el sol va entibiando las frías y húmedas paredes, el ánimo de los vecinos se va colmando de ganas de ocupar los espacios públicos. Tal vez el no residente puede pensar que acá, en lo cotidiano, los montermoseños no valoran la playa, porque las cámaras no los muestran ahí.
Pero las familias, los amigos, los compañeros de trabajo, ocupan otros espacios con su termo, mate y bizcochitos, los fines de semana. Se los puede encontrar en la Plaza Parque, en el Paseo del Pinar, en la Plaza Papa Francisco, la Laguna Sauce Grande, la Plaza del Calvario en Sauce Grande. Otros lugares, otras opciones.
Y los no residentes ya tienen ganas de venir los fines de semana a abrir sus casas, cortar el pasto y renovar sus viviendas preparándolas para la temporada de verano.
Todo eso se huele en el ambiente. El transitar por una ciudad prolija y ordenada, está acompañado de un perfume suave que otorga bienestar y ganas de estar aquí.
La temporada de verano tal vez dure 40 días, pero la ciudad tiene vida propia todo el año. Los nueve meses de clases con la dinámica característica de todas las ciudades, las variadas ofertas en el ámbito deportivo que movilizan cientos de niños y jóvenes a desarrollar varias opciones deportivas durante todo el año. Las actividades de la gran cantidad de adultos mayores que se movilizan durante la semana. El ámbito cultural con una agenda variada y activa. La Biblioteca Popular con propuestas diversas durante todo el año. El entorno musical con varias bandas locales que muestran su labor en distintos lugares privados cada fin de semana.
Así que Monte Hermoso no tiene solo 40 días de vida por año. Tiene y disfruta los 365 días, con aquellos que la eligieron en alguna etapa de su vida, para aquellos que vivieron siempre aquí, para aquellos que creen que su ciudad debe mejorar y crecer a cada paso, para aquellos que entendieron que la propuesta educativa superior era necesaria en el lugar, para aquellos que sueñan una gran ciudad, pero que —de todos modos— aman sus calles solitarias en baja temporada pero su agenda interna colmada.
Tal vez jugando al tejo, tal vez tejiendo al sol, tal vez leyendo un libro en el patio de casa o en un banco de la plaza; tal vez desparramado en el sillón mirando Netflix un finde desapacible, tal vez paseando el perro a la orilla del mar, tal vez, tal vez, tal vez… Una ciudad con vida propia. Como cualquiera. Aunque no se vea a través de las cámaras.
Es así los que no vivimos en Monte, ya contamos los días para poder ir a disfrutar de toda la ciudad, no solo de la playa, de las plazas, los camping, la costanera, etc. Monte es hermoso, a disfrutar de este tiempo y les deseo de todo corazón una temporada muy productiva para todos…ya nos veremos