El sudeste bonaerense cerró mayo y comienzó junio con un clima que alterna entre jornadas frescas y húmedas, y otros días con sol que permiten algo de actividad en los lotes.
En la última semana de mayo, muchos productores se enfocaron en completar o ajustar las labores de preparación de suelos para trigo y cebada, mientras que otros ya iniciaron siembras en los lotes más secos y con buena estructura.
Las precipitaciones de la primera quincena del mes pasado, aunque no generalizadas, ayudaron a recuperar algo de humedad superficial, pero persiste cierta heterogeneidad en el perfil. En sectores bajos, el exceso de agua todavía limita el acceso a los lotes; en zonas más altas, ya se avanza con barbechos químicos y primeras aplicaciones de fertilizante.
Semanas clave
Durante estas últimas semanas, se espera que aumente la actividad en campo, sobre todo en aquellos lotes destinados a trigos de ciclo largo y cebadas tempranas. Los técnicos recomiendan aprovechar esta ventana, ya que hay pronósticos de nuevas lluvias para la primera quincena de junio.
Muchos establecimientos ya definieron sus esquemas de fertilización inicial. En los suelos más exigidos tras la gruesa, se prioriza una buena dosis de fósforo al arranque, con aplicaciones de nitrógeno planificadas más adelante, según evolución de humedad y estado del cultivo.
Lo que viene
El mes de junio marcará el ritmo de la campaña. Si se cumplen los pronósticos de lluvias leves pero regulares, se consolidará el arranque de la fina con buenas perspectivas de implantación. Las siembras se intensificarán a partir de la primera quincena de junio, especialmente en cebada, que suele ocupar las fechas centrales del mes.
En paralelo, continúa el monitoreo de malezas de otoño, con especial atención a raigrás resistente y algunas crucíferas difíciles de manejar. Los asesores agronómicos destacan la necesidad de no postergar controles, ya que un mal manejo en esta etapa puede comprometer el stand de plantas.
Consideraciones económicas y logísticas
Desde lo económico, el contexto sigue con márgenes ajustados. Los precios del trigo en el mercado local muestran ligera estabilidad, pero los costos de fertilizantes y agroquímicos siguen siendo un factor limitante. Por eso, muchos productores han optado por estrategias conservadoras: menos superficie sembrada, pero con mayor tecnología por hectárea.
También hay que mencionar la cuestión logística. Algunas zonas rurales presentan dificultades de acceso por caminos deteriorados tras las últimas lluvias, lo que podría generar retrasos en la siembra si el clima no acompaña en junio.
Podemos resumir diciendo que el mes de mayo terminó con el campo en movimiento. La cosecha fina 2025 empieza a tomar forma en los lotes, entre análisis de suelo, fertilización inicial y siembras puntuales. El foco de todos está puesto en junio, el mes que definirá el verdadero arranque de la campaña. Todo dependerá del clima: si acompaña, habrá buena implantación; si no, se pondrá a prueba una vez más la capacidad de adaptación del productor.