Conversemos sobre familia. La importancia del orden en las rutinas, los hábitos y el buen trato en la crianza de los hijos

Existen conductas educativas que colaboran en orientar a los padres durante la crianza de sus hijos

El buen trato en la relación con los hijos

El buen trato es una clave de la sana crianza de los hijos. Freepik.

La educación de los hijos es una misión apasionante y a la vez difícil para los padres. Llevar a cabo tan noble tarea se ve facilitada cuando se implementan algunas prácticas útiles y formativas. Hoy mencionaremos tres y son el orden en las rutinas, los hábitos y el buen trato.

Es importante para todos los integrantes de la casa que se establezca una organización en las rutinas diarias. Las mismas apuntan a satisfacer las necesidades primarias que toda persona necesita para vivir. En etapas de niños pequeños o en edad de escuela primaria respetar horarios de comida, descanso, higiene, juego y deberes brinda seguridad y tranquilidad a padres e hijos.

Durante los años de la infancia el apoyo afectivo y la guía paterna son determinantes para el crecimiento del niño. La diferenciación entre orden y desorden contribuirán para experimentar y elegir el bienestar que proporciona saber cuándo, dónde y cómo realizar aquellas tareas propias de la vida y necesarias para conservar y prevenir una salud física y psíquica adecuada.

Por otro lado con paciencia y constancia papás y mamás deberemos tener en cuenta aquellas conductas que se repetirán una y otra vez hasta lograr el hábito. Estos nos ayudan a lo largo de toda la vida para saber conducirnos con solvencia y rapidez.

Respetar horarios de comida, descanso, higiene, juego y deberes brinda seguridad y tranquilidad a padres e hijos. Freepik

¡¡Ojo!! Hay hábitos buenos y otros no tanto. Además hay algunos más sencillos y otros más complejos. Entre los primeros podemos mencionar a los hábitos de higiene, como lavarse los dientes, bañarse o vestirse solito; los hábitos en la mesa: estar sentados durante la comida, usar los utensilios; o del buen descanso: dormir a una hora determinada, cada uno en su cama, etc.

Cuando nos referimos a los hábitos más complejos son los que podemos implementar por ejemplo, en la comunicación adecuada: no gritar, expresar adecuadamente nuestra emociones o lo que queremos decir, escuchar al otro; el hábito del estudio: hacer los deberes todos los días; el hábito de compartir mis cosas con los otros y además cuidar lo propio y lo ajeno, etc. El mundo de los hábitos es infinito pero es en casa donde se comienza a adquirirlos siendo fundamental la guía de los mayores.

Ninguna de las tareas anteriores se puede implementar con éxito educativo sin un buen trato. El clima familiar armónico se crea mediante rutinas y hábitos que se lleven a cabo con autoridad parental y cariño.

Los hijos crecen seguros de sí mismos y con una personalidad equilibrada cuando los padres logran transmitir seguridad y confianza. Una actitud educativa coherente apunta a desarrollar una firmeza en la personalidad tanto de los padres como de los hijos.

Ahora bien, es un dato oportuno para los padres saber que el buen trato, la firmeza y la ternura son también hábitos para adquirir. Repetir estas conductas en los actos educativos y en la propia vida es una excelente inversión en la mejora de nuestra personalidad.

Una crianza responsable y respetuosa permite advertir que existe el buen trato

Educar a un niño o niña es ante todo un proceso relacional. Si no hay una vinculación afectiva esta será deficiente o ausente. Por esta razón los hijos para crecer no sólo necesitan nutrientes, el orden o la adquisición de hábitos; es fundamental para su desarrollo el estimulo amoroso de los padres como así también el reconocimiento de sus logros. En este sentido, estar atentos a las buenas conductas de nuestros pequeños o jóvenes, para estimularlas, aumenta la probabilidad de que se repitan.

En el proceso educativo la valoración de las rutinas y el ejercicio de los buenos hábitos será un óptimo tesoro con el que contarán los adolescentes que lo han practicado en su niñez

Estar atentos a las buenas conductas de nuestros pequeños o jóvenes, para estimularlas, aumenta la probabilidad de que se repitan

En ocasiones los padres nos vemos sobrepasados por las circunstancias. En consecuencia cultivar estas claves educativas con nuestros hijos ayuda significativamente a que estemos más organizados y a que el tiempo nos rinda mejor. Nuestro estrés puede generar en ellos irritación, fastidio o apatía.

Demostrarles a nuestros seres queridos que el enojo o la tristeza son emociones humanas válidas es propicio para enseñar que el padecerlas no va ligado al mal trato, como tampoco a ignorarlas.

Crear un hogar armónico cuyo clima sea cálido para todos sus integrantes, es un precioso desafío. Introducir conductas, cambiar otras o respetar y mantener una organización familiar en el tiempo, es complejo, pero no imposible. Estos esfuerzos ayudarán a lograr hijos maduros y adultos felices.

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