Hay que estimular la grieta natural, la grieta virtuosa, la deseable y necesaria

“Pueden decir que soy un soñador, pero no soy el único” (Imagina, John Lennon)

Todos sabemos que lo que denominamos “la grieta” comenzó a gestarse promediando los períodos de gobierno del kirchnerismo.

Se dice que “la grieta” siempre existió en nuestra sociedad. No es así.

El antecedente, conocido como peronismo-anti peronismo, nada tiene que ver con la dicotomía actual.

La mayoría que le concedió el derecho de acceder al poder a Cambiemos, por ejemplo, pertenece precisamente a uno de los lados de esa grieta.

Es una mayoría que se expresa en un sentido de búsqueda caracterizado más por lo que no se desea que por adhesión a una propuesta determinada.

No es antojadiza la mención de mayoría: tanto en las PASO de este domingo 12 como en las dos últimas elecciones presidenciales, más del 50 por ciento de los ciudadanos votaron en oposición al otro costado de la grieta.

Sin dejar de considerar la natural heterogeneidad de la sociedad, podría suponerse que esa mayoría conforma “el lado virtuoso de la grieta”. Y podría concluirse en que esa mayoría no quiere terminar con la grieta.

Por el contrario, ahondarla es lo que parecería animarla.

Lo que sí resulta necesario es repudiar y desactivar el modo y el sentido en que algunos la plantean y la llevan a la práctica.

No solo porque es erróneo sino porque es una réplica de las formas y acciones propias del otro lado de la grieta, justamente lo que se repudia.

Retroalimentando el lado censurable de la grieta, mimetizándose con sus modos y objetivos, un sector de esa mayoría se aleja de lo deseable, de lo esperado por un conjunto más amplio de esa confluencia.

La grieta natural, la que hay que ahondar, alentar, es la grieta virtuosa.

Es la grieta saludable que anima a la mayoría de la sociedad a reclamar que algún sector o espacio político representativo lo asuma y lo promueva. Y que convoque en ese empeño al resto de la dirigencia bienintencionada de la Argentina.

La grieta natural, necesaria, que la mayoría acepta y demanda estimular es:

– Entre las normas y la anomia (estado de desorganización social o aislamiento del individuo como consecuencia de la falta o la incongruencia de las normas sociales)

– Entre la corrupción y la honradez; entre el deshonor y la dignidad

– Entre lo que está bien y lo que está mal; entre lo bueno y lo malo

– Entre la belleza y lo oscuro; la claridad y lo oculto

– Entre la esperanza y la resignación

– Entre el consenso y la imposición; la persuasión y la prepotencia

– Entre la verdad y la mentira; lo real y lo simulado

– Entre lo espontáneo y lo actuado.

Los que están de ese lado de la grieta transitan la verdadera “tercera vía”, ocupan la auténtica “ancha avenida del centro”.

Además, cuando se habla de “la tercera vía” o de “la ancha avenida del centro” ¿de qué se habla?

Cuando se dice “no pertenezco a ninguno de los lados de la grieta” ¿qué es lo que se propone en realidad? ¿Cuál es el proyecto que se plantea?

Porque lo que moviliza a buena parte de la mayoría mencionada, tanto en las movilizaciones como en las elecciones, es, como quedó dicho, el rechazo a lo que no se desea antes que la adhesión a lo que se le plantea como alternativa.

Esta es la clave de lo que la mayoría de los ciudadanos ansía: que desde el lado natural, deseable, virtuoso, necesario, de la grieta, se explicite un proyecto que convoque y entusiasme al compromiso.

Un proyecto que formule soluciones imposibles pero imprescindibles para rescatar a la Argentina de la situación de extrema emergencia que atraviesa.

Un proyecto que plantee una nueva democracia, que perfile un plan de reconstrucción de la vida republicana.

Que inaugure un tiempo nuevo, signado por el diálogo y el consenso para reformular un Estado plural que favorezca la libertad, el desarrollo y el progreso de todos.

Que proponga soluciones novedosas para la resolución de antiguos conflictos y problemas que persisten y se agravan, comenzando con premura por lo más urgente, como es la integración a la sociedad de millones de compatriotas marginados y excluidos.

Un plan inspirado en la vocación patriótica, solidaria, desinteresada, de los muchos argentinos capaces de programar acciones que resuelvan las demandas de la mayoría silenciosa que pide a gritos un proyecto de país fundado en bases sólidas.

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