Los nuevos tiempos plantean nuevos paradigmas. En el caso de las jubilaciones –que nadie discute que en nuestro país son paupérrimas– se ven afectadas por cambios sustanciales importantes que atraviesan distintos factores.
En un principio se pensó en las jubilaciones destinadas a poblaciones cuyas expectativas de vida atravesaban otras realidades, como lo es la longevidad, ya que hoy la expectativa de vida supera en más o menos 20 años a lo que se planteaba: la expectativa de vida era 75/80 y actualmente alcanza los 90 años o más. Te jubilabas a los 60/65 años, vivías 15 años con la jubilación.
Sin embargo, ahora estos años plantean una realidad que el área laboral no quiere ni puede afrontar. Entonces, en esta nueva situación, los trabajadores productivos pasan a ser despedidos a los 40/45 años, o contratados temporalmente, o pasan a la modalidad monotributista. Así, las empresas no te echan por tu performance (rendimiento, capacidad, formación) sino porque pasaste de moda, porque quedas viejo, obsoleto, cansado, comparado con otras opciones mucho más atractivas que tal vez no tengan tu experiencia, pero si resultan más rentables.
Cuando el trabajador pasa a la categoría de desempleado a esa edad, es difícil que lo vuelvan a contratar, y el sistema a corto plazo no va a estar resistiendo, ya que la clase pasiva se sostiene con la clase activa, y esta está disminuyendo. Y a esto debemos sumarle que los jóvenes no quieren tener hijos (el descenso de la natalidad lo indica), lo que provoca que la pirámide se esté quedando sin una base real para sostenerse. Si no hay base activa, el sistema no funciona.
En nuestro país, el acceso a la jubilación llega luego de por lo menos 30 años de aportes, en los que al trabajador se le descuenta un 11 % de su sueldo bruto para acceder a la jubilación a los 60 años las mujeres y a los 65 los hombres.
La jubilación mínima (según datos de ANSES –Administración Nacional de la Seguridad Social– de su informe trimestral de estadísticas de la seguridad social, en su informe del trimestre 2024, último al que se accede a través de Google), es $ 374.723,93. Los datos de 2024 señalan que tenemos 7.200.000 jubilados aproximadamente, de los que la mayoría cobra la jubilación mínima.
Según datos de la Secretaría de Seguridad Social del ministerio de Trabajo (de agosto de 2024), habría 10.700.000 trabajadores, entre el sector público y el privado, aportantes al sistema para sostener 7.200.000 jubilados y pensionados. Por este motivo, la ANSES requiere de recursos adicionales que provienen de impuestos específicos asignados a la seguridad social y de aportes del Tesoro nacional. Todo esto para alcanzar el monto necesario que cubra la canasta básica alimentaria, que según el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) es de:
– Canasta básica alimentaria: $ 163.554 (esta cifra está ubicada en la línea de indigencia)
– Canasta básica total: $ 359.244 (esta cifra está ubicada en la línea de pobreza)
Estos números indicados son para una sola persona.
A modo de información, la canasta básica alimentaria abarca lo que son alimentos, y la canasta básica total, alimentos más bienes y servicios no alimentarios (vestimenta, transporte, salud, educación, vivienda, entretenimiento, y servicios de comunicación). Y todos sabemos cuáles han sido los incrementos en estos rubros:
Aumento interanual: CBA, 29,3 %, CBT, 30,5 %
Aumento en lo que va de 2025: CBA, 11,3 %, CBT, 8,4%
Bien podría decirse, entonces, que la cifra que se cobra por jubilación no estaría superando el índice de pobreza que es de aproximadamente $ 1.100.000. Según datos al 12 de junio del corriente año:
Línea de indigencia: $ 161.903
Línea de pobreza: $ 359.425
De esta manera los montos por jubilación se ubicarían en estos índices.
Entonces, desde el punto de vista económico-social, el asunto es grave. El empleo formal ha disminuido, las jubilaciones no han aumentado lo suficiente y el futuro no se ve prometedor.
Si nos preguntamos cómo se ubican los ciudadanos activos, hay que pensar en otras estrategias. No se puede esperar en llegar a los 65 años a cobrar una jubilación digna que permita vivir cómodamente hasta los 90, y en muchos casos no hay hijos que puedan colaborar. Entonces, hoy los jóvenes en edad productiva tienen que pensar que en sus mejores momentos económicos deben invertir y ahorrar. Será el único modo de pensar en un futuro sin mayores apremios económicos en su vida de adultos mayores.