La Real Academia Española presentó una nueva actualización de la versión digital del Diccionario de la lengua española, en la que incorporó más de 300 novedades entre palabras, acepciones y ajustes normativos. Se trata de una puesta al día que refleja transformaciones sociales, culturales y tecnológicas que impactan de manera directa en el uso cotidiano del idioma.
Entre los términos que despertaron mayor interés se encuentra turismofobia, una palabra que ya circulaba en el debate público y que ahora cuenta con respaldo académico. El concepto refiere a la aversión o rechazo social hacia determinadas prácticas turísticas, especialmente aquellas asociadas al turismo masivo y a sus efectos sobre la vida cotidiana de las comunidades locales.

La incorporación de este término al diccionario no implica una valoración positiva ni negativa del fenómeno, sino el reconocimiento de un uso extendido en contextos sociales, urbanos y comunicacionales. En distintos puntos del mundo, la palabra comenzó a utilizarse para describir tensiones vinculadas al crecimiento del turismo, la presión sobre los servicios, el acceso a la vivienda o la convivencia entre residentes y visitantes.
El sufijo -fobia por sí mismo refiere a una aversión exagerada o rechazo intensificado hacia algo (en este caso, el turismo o sus efectos), aunque no siempre con connotación clínica, sino como expresión social o cultural.
La decisión de la RAE de sumar turismofobia al DLE pone de relieve cómo el idioma acompaña debates actuales vinculados al desarrollo de las ciudades y de los destinos turísticos. En ese sentido, el lenguaje se consolida como una herramienta para nombrar realidades complejas, atravesadas por dimensiones económicas, sociales y culturales.
Otros conceptos
La actualización del diccionario también incorporó otros términos de uso frecuente en la vida contemporánea. Entre ellos, milenial, para referirse a la generación nacida entre comienzos de la década de 1980 y mediados de la de 1990; loguearse, vinculado al acceso a plataformas digitales; y microteatro, asociado a un formato escénico de obras breves y de pequeña escala.
Asimismo, se sumaron conceptos relacionados con hábitos alimentarios y nuevas prácticas sociales, como crudivorismo (régimen alimentario basado en el consumo de alimentos crudos o mínimamente procesados), junto con expresiones que reflejan la influencia de la tecnología y los cambios en la comunicación cotidiana. En conjunto, estas incorporaciones confirman la intención de la RAE de registrar los usos reales del español en un contexto de transformación constante.







