Palabras bellas, raras, desconocidas o poco utilizadas para incorporar al lenguaje cotidiano

Mujer viendo el atardecer

La función primaria del lenguaje es la comunicación. Los seres humanos tenemos una necesidad vital de relacionarnos y esto es posible gracias al lenguaje.

El lenguaje es vital para el aprendizaje, para la comprensión, como también para expresar opiniones, sentimientos, motivaciones, puntos de vista personales y aspiraciones.

Entre muchos atributos, el lenguaje permite al individuo adaptarse de modo adecuado y competente al medio social, le facilita establecer y mantener el relacionamiento con los demás.

No hacen falta demasiados fundamentos, entonces, para explicar la importancia de prestarle atención al lenguaje procurando aumentar la cantidad o mejorar la calidad de las palabras con las que nos expresamos en la comunicación cotidiana.

Albor, albores

Ambos términos definen la luz del alba, el comienzo o principio de algo, y la infancia o juventud (en los albores de la vida).

La palabra remite a «albura», blancura perfecta.

Es parienta cercana de «alba» en su acepción de la primera luz del día antes de salir el sol, dado que proviene del latín “albus” que significa blanco.

Alba es sinónimo de albor, alborada, aurora, madrugada, crepúsculo, refiriendo al período en que aparece la luz en el horizonte hasta que sale el sol y se hace de día.

Apapachar

De «apapacho», palmadita cariñosa o abrazo (usual en Honduras y en México).

Argüir

Aducir o alegar una razón o un argumento a favor o en contra de alguien o algo. Proviene del latín arguĕre, argumentar (no le creerían aunque arguyese que sus actos no fueron voluntarios).

«Aducir» es exponer pruebas, razones y argumentos para demostrar o justificar algo, mientras que «alegar» significa «exponer argumentos o razones que sirven para demostrar o apoyar una cosa que se dice o para defender algo que se ha hecho».

Inefable

Que no se puede explicar con palabras (ir a la cancha con mi hijo es para mí un disfrute inefable).

Colegir, inferir

Deducir, sacar una conclusión (se infiere de su rostro que está feliz; por lo ocurrido cabe colegir que no se llevaban bien).

Diletante

Del italiano dilettante: que se deleita.

Significa conocedor de las artes o aficionado a ellas, aunque suele utilizarse en sus acepciones en sentido peyorativo: que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional y que cultiva una actividad de manera superficial o esporádica.

Francachela

Reunión de varias personas para divertirse comiendo o bebiendo, normalmente sin moderación. Juerga o diversión desmesurada.

Jolgorio

Regocijo, fiesta, diversión bulliciosa. Viene de holgorio (del verbo holgar, “estar ocioso” y “divertirse”) llevado a la escritura de la pronunciación aspirada de la hache que suele darse en nuestro idioma.

Impertérrito, ta

Del latín imperterrĭtus. Persona a quien no se infunde fácilmente terror o a quien nada intimida (ni se inmutó, permaneció impertérrito –inmutarse: sentirse profundamente impresionado por algo–).

Morigerar

Del latín morigerāri, significa moderar o suavizar los excesos de los afectos y acciones (deberías morigerar tus reacciones; esta medida morigeró los aumentos de precios)

Pundonor

Del catalán punt d’honor: punto de honor.

Sentimiento que impulsa a una persona a mantener su buena fama y a superarse (por su habitual pundonor no aceptó la oferta).

Subsumir

Del prefijo sub (bajo, debajo de; de menor categoría) y el término del latín sumĕre, ‘tomar’.

Incluir algo como componente en una síntesis o clasificación más abarcadora. Considerar algo como parte de un conjunto más amplio o como caso particular sometido a un principio o norma general (esta decisión puede quedar subsumida en el plan integral).

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