Cómo hemos analizado en una nota anterior, el crecimiento urbano de Monte Hermoso trae aparejada la problemática de mantener un basural a cielo abierto en una zona cada vez más habitada, cercana, además, al reciente loteo donde próximamente comenzarán a construirse casi cien nuevas viviendas.
Completando ese informe, dialogamos con Heber Hurst, jefe del cuerpo de bomberos de nuestra ciudad. En lo que va del año, el basural ha sido escenario recurrente de incendios, situación que preocupa tanto por su recurrencia como por su cercanía con zonas habitadas.
Hurst ofreció un panorama sobre la situación actual y advirtió sobre la necesidad de tomar medidas urgentes.
—¿Heber, cuántos incendios apagaron este año en el basural?
—Si me preguntás cuántas veces estuvimos este año, tendría que mirar muy finamente los partes de servicio para dar un número exacto, pero hemos ido al basurero unas 10 veces, por lo menos.
La mayoría de los incendios ocurre en la parte de arriba. Hace un par de años se dejó de topar la basura y ahora se forman montones que se acumulan en la parte superior. Ya no hay mucho lugar disponible, entonces se prenden fuego. Tenemos que ir con las máquinas para cortar esas montañas, abrirlas, y nosotros nos encargamos de echar agua mientras se hace la separación.
—¿Consideran que la zona es propicia para los incendios, ya sea por la ubicación o la falta de control?
—Sí, claramente. Ahora tenemos un problema grave: supuestamente hay fuego por debajo. No con llama, sino en inmisión, es decir, sin oxígeno, pero cuando le entra aire por los costados de la montaña, se prende. Así se va propagando por abajo y empieza a salir humo por las paredes. Eso indica que abajo está ardiendo. Por suerte no se ha salido completamente hacia afuera porque la municipalidad actúa y va tapando esas paredes con arena. El problema es que es una superficie amplia y cuesta contener todo.
Durante muchos años no tuvimos que ir al basurero porque antes la basura se tapaba bien con arena, y si había un problema se resolvía rápido. Desde que se empezó a amontonar arriba, seguramente por falta de espacio, los inconvenientes volvieron. Estuvimos unos 4 o 5 años sin intervenir ahí, y ahora vamos seguido otra vez.
El basurero es propicio para que se generen incendios de distintas formas. Uno puede tirar una ceniza en su casa, la tira al tacho, y cuando el camión la lleva al basural, si está tibia o caliente, al rato o a los días tenés fuego seguro. Si a eso le sumás los vientos, el plástico, las gomas, las ramas… se vuelve un polvorín. Las ramas, además, generan espacios de aire que alimentan el fuego y propagan muy rápido.
—¿Cuáles serían las medidas que habría que tomar para ejercer mayor prevención?
—Lo primero sería separar las ramas de la basura. O se chispea la madera, o se deja secar y se avisa para hacer una quema controlada. Es cuestión de coordinar. Pero también hay que pensar en cambiar el lugar del basurero. Está muy cerca de un barrio nuevo que están entregando, y siempre estuvo cerca del barrio Parque Dufaur. El humo, el bicherío, las moscas, el olor… son cosas que se tienen que tratar.
Y más allá de eso, hay que empezar a trabajar en serio con el tratamiento de residuos. La municipalidad lo ha impulsado, pero la sociedad no acompaña del todo. Todos deberíamos tomar conciencia, separar en casa, tratar la basura como corresponde y convertirla en un recurso. Podría generar empleo y que los materiales se reutilicen. Pero hay que hacerlo en serio.