Paula Kraser y Mariana Bettucci están realizando una investigación para determinar cómo impactó emocionalmente a los habitantes de Bahía Blanca el trágico fenómeno climático del pasado 7 de marzo.
Las profesionales son investigadoras del LINCS, un laboratorio de neurociencias y ciencias sociales dirigido Marcelo Rodríguez Ceverio y Romina D’Averio, que forma parte de la Escuela Sistémica Argentina, con el aval de la Universidad de Flores.
El estudio se basa en las respuestas a un formulario de encuestas de carácter confidencial, tratando de llegar a la mayor cantidad de vecinos posibles para identificar las secuelas que dejó la catástrofe y conocer las estrategias que adopta cada uno para sobrellevarlas.
Con ese fin, se incluyen preguntas sobre pérdidas materiales, experiencias de ayuda durante el suceso, trabajos de voluntariado y experiencias emocionales, entre otros ítems, con la idea de que los datos obtenidos pueden ser de especial interés para la planificación de servicios de salud mental y la asignación de recursos específicos.
Si bien todavía están en proceso de recopilación, resultados preliminares entre más de 600 personas arrojan que más del 50 % sigue atravesando algún tipo de sintomatología como angustia o ansiedad, como lo consigna el sitio local Wips.
Según Kraser, «esperamos que con estos hallazgos se favorezca en la ciudad el desarrollo y la implementación de intervenciones basadas en la evidencia. Creemos que es uno de los puntos centrales, no vamos a utilizar estrategias de otras comunidades sino propiamente la de Bahía Blanca, que hasta lo que conocemos sería la primera vez que se realiza».
Para ella «cada historia, cada experiencia que aporten, es una información valiosa que contribuye a poder planificar e idear servicios de salud mental», mientras que Betucci, su compañera en la tarea, Mariana destacó el «alto nivel de compromiso y de participación, lo que puede estar indicándonos que hay como una necesidad real de hablar, de procesar lo vivido».
Dice que «hay ciertos patrones en las respuestas que nos dan pistas sobre los factores que pueden estar influyendo en el bienestar emocional de la comunidad. Nuestro objetivo es comprender el impacto psicológico causado por la inundación y aportar así datos reales basados en la evidencia, que contribuyan a mejorar la atención y el apoyo de aquellos que más lo necesiten».