Un relato literario de título provocativo que aviva el debate por baños públicos en Monte Hermoso

Costanera

Un relato firmado por la escritora Teresa Prost que circuló hace unos días por las redes sociales reavivó el debate sobre la falta de baños públicos en las playas montermoseñas.

Convengamos que el título, escatológico, directo, del escrito, “Cagarse en el mar”, pudo haber resultado un incentivo elocuente para su lectura.

En el ensayo (que reproducimos completo al pie), la autora se plantea: “¿A nadie se le ocurrió hacer algo, proponer una alternativa, presentar un proyecto? Sería tan simple… ¿O resulta muy complicado colocar aunque sea unos baños públicos (que bien podrían ser químicos) en lugares estratégicos? ¿No habría, además de razones de caridad humana, motivos de higiene, salud, contaminación?”.

Quienes tienen edad (y memoria) para recordarlo, hacen menciones y cuentan historias referidas a los antiguos baños de la costanera que fueron demolidos para dar lugar a la primera renovación de la rambla céntrica, en 2006.

Nunca fueron suplantados.

Al tiempo de encontrar razones solo se recogen suposiciones. En el ámbito oficial no hay respuesta concreta a las consultas.

Los supuestos convergen en el más repetido (cuesta creer que pueda ser cierto): que la falta de baños públicos en cercanías de la playa desalienta el turismo “gasolero” de los que vienen a pasar el día, que disfrutan de todo lo que ofrece Monte Hermoso y gastan lo mínimo indispensable.

Se refuerza el argumento con el agregado de que como los paradores tienen baños de uso para sus clientes, a los visitantes circunstanciales no les queda más remedio que recurrir a alguno de ellos viéndose obligados a consumir “para que dejen algo al menos”.

Los baños estaban en los dos extremos de la rambla.
De ambos lados había baños para mujeres y hombres con duchas incluidas*

Hay quienes están a favor de la medida y señalan en la defensa que están los baños públicos de la Plaza Parque, relativamente cerca de la costanera céntrica (o algo lejos cuando se está en apremios).

¿Qué opina sobre el asunto la oposición política de la ciudad? “Es un tema en el que estamos trabajando hace tiempo”, dicen en el bloque de concejales.

Construcción de la antigua rambla. A la derecha se puede ver parte de los baños que estaban a un lado y a otro del viejo Museo de Ciencias*

“El oficialismo, con sus argumentos, se resiste a tratar el asunto, así que no es algo que podamos hacer a la ligera, tenemos que evitar que utilicen la mayoría que tienen en el Concejo para mandarlo al archivo y listo”, se lamentan.

Así las cosas, cuando las urgencias mandan una de las casi nulas  alternativas de que se disponen es la referida por la señora Prost en el título de su relato, el que complementa con datos interesantes lo dicho hasta acá.

 

Cagarse en el mar

Teresa Prost

La noche, cálida y sin viento.

Lindo, Monte. Hermoso a cualquier hora.

-Disculpe la molestia, ¿puedo, una pregunta?

Era un muchacho joven y me llamó la atención su excesiva cortesía. Igual se le notaba la ansiedad, el apuro, la urgencia por obtener una respuesta.

-Sí, claro.

-¿Hay un baño público por acá?

Sé que no hay. Más de una vez se oyen quejas al respecto. Me percaté de que el pibe apretaba las piernas. La voluntad pierde por goleada cuando la naturaleza decide intervenir.

Quería ayudarlo. Mi casa, a tres cuadras, demasiado lejos para un auxilio inmediato.

Miré hacia el mar. La espuma blanca.

El adivinó.

-En el mar, no. Hay mucha gente -susurró.

Familias, peques, pibas y pibes con sus músicas, los mates, la conservadora. Personas jugando a la pelota, caminantes; algunos en sus reposeras, los pies en la arena desde la tarde. Las playas de Monte son así de irresistibles.

Miré alrededor. En el lugar donde hasta el 2005 había baños públicos, un cartel anuncia que se viene un edificio.

Miré hacia mi derecha, el lado oeste de la rambla.

-¿Aquellos tamariscos? -dije, señalando el montículo más cercano.

-¡Buena idea! ¡Gracias!

Salió para allá, casi corriendo. Casi, porque algo le impedía la soltura.

No, no hay baños públicos en las playas de Monte.

La búsqueda del joven se repite. Y son muchísimas las personas que se acercan (casi 100.000 en el finde que inició la temporada, según el dato que aparece el 16/12/2022 en Noticias Monte Hermoso, sobre todo los fines de semana, a disfrutar de esos preciosos 32 km de playa que nos ofrece Monte Hermoso. Sin embargo, los baños públicos, ausentes sin aviso.

Ya sabemos: hombres y mujeres, peques, jóvenes… hacen pis en el mar. Caca también, me consta porque no hace mucho flotaba alguna muestra y para muestra alcanza un botón.

Alguien podría decir que el mar es inmenso; que, si cientos de miles de seres vivos mean y cagan en el mar, qué le hace una mancha más al tigre. Biodegradable, además.

Y ponele que sea así. El problema es que no todos pueden. A mujeres menstruantes, embarazadas, bebés, personas mayores, discapacitados… no les resulta accesible hacer en el mar. O por ahí hace frío y no pueden meterse, o las olas se muestran peligrosas, o hay aguavivas o…

Leo en los titulares: «No cabe un alfiler» (labrujula24, 1/2/2023). Récord de turistas.

Entonces pienso… ¿a nadie se le ocurrió hacer algo, proponer una alternativa, presentar un proyecto? Sería tan simple… ¿O resulta muy complicado colocar, aunque sea unos baños públicos (que bien podrían ser químicos), en lugares estratégicos? ¿No habría, además de razones de caridad humana, motivos de higiene, salud, contaminación?

Sé que en el parador ReCreo hay algunos (conté cinco) baños químicos. Pero resulta que ese espacio se encuentra en el sector céntrico y quienes se acercan a Monte con intenciones de pasar el día no logran ni quieren estacionar ahí: aún si encuentran lugar (difícil), el costo del estacionamiento los espanta. Por otra parte, y es lógico, esos baños solo están habilitados durante el tiempo en que funciona el parador (enero y febrero en horarios determinados).

Camino por las cuadras de la peato y leo algunos carteles: «Los baños son para uso exclusivo de los clientes. No comprometa al personal». Me consta que, en la ciudad de Buenos Aires, la ordenanza 46.798/93 determina que bares, restaurantes, estaciones de servicio y otros establecimientos de acceso público deben permitir a cualquier persona el uso de los sanitarios, sin obligación de consumición. En la provincia de Buenos Aires, hasta el día de hoy, si bien parece que hay un proyecto estacionado por ahí, no sucede lo mismo.

Más de una vez, en algún que otro local de Monte, se oye suplicar: «por favor… ¿el baño?». La respuesta se repite en distintos establecimientos: «…tenemos problemas con el agua… clausurado». Me pregunto si se habrán puesto de acuerdo o si de veras hay problemas con el agua y entonces alarma más la cosa. ¿A nuestros funcionarios no les preocupa la salud de la población? ¿Resolver una necesidad fisiológica no tiene que ver con la salud? ¿El agua no es un elemento indispensable, acaso? ¿Lavarse las manos con jabón después de ir al baño, no tiene que ver con la salud? ¿O no les importa?

Hace unos días, en la sombrilla vecina a la nuestra, una familia (norteña, por el acento…) se resistía a creer que no hubiese sanitarios en la playa. La nena decía que necesitaba ir, rápido. La madre salió con la chiquita de la mano, preguntando. Pobre.

«Quizá no haya presupuesto para los baños», opinó alguien.

Pero entonces, ¿por qué invitan a la gente con publicidades donde las imágenes muestran multitudes felices? ¿Por qué no se advierte que no hay sanitarios en la playa, que es indispensable alquilar carpa en un parador con servicios, que a veces se corta el agua y se clausuran en simultáneo los baños de los locales?

Mientras, se aplauden datos que confirman decenas de miles de turistas, se invierte en la plantación de palmeras, la instalación de aparatos de gimnasia en los espacios verdes, la construcción de una cancha de Hockey con base de agua (única de su tipo en la región); se avanza con el proyecto de renovación total de la rambla (vuelve el cemento, parece…).

Pero baños públicos, no. A nadie se le ocurre. ¿Algo huele mal o mi nariz exagera?

«Lo que pasa es que a los funcionarios no les interesa la gente que llega a pasar el día o se aloja lejos. Si esos no vienen, mejor. Los que no pueden pagar una carpa en un parador con baño, que ni vengan», dijo alguno. Y agregó: «Así se convierte en un balneario paquete, con turistas de esos que valen la pena».

Enseguida, otra opinión: «Es un mal general. En ninguna playa hay baños públicos».

Digo que sí, que en La Salada, por ejemplo, hay; y en Laguna Guatraché, también.

Se ve que la comparación no sirve porque se ríen. Entonces nombro balnearios con mar: Pehuén Co, Mar del Plata… En una página web descubro que, en otros balnearios, faltan. Lo que sobran son opiniones de personas quejándose de lo mismo.

Mientras continúo con la búsqueda de información acerca de baños públicos en los puntos turísticos de la provincia de Buenos Aires pienso en esas personas con ganas de pasar un día en la playa, compartir con familia y amigos… ¿Deben privarse de semejante privilegio si se les dificulta hacer en el mar o los tamariscos? ¿Se revertirá esto alguna vez? Sospecho (¡ay!) que a esos que deberían pensar en la gente, les importa un sorete.

 

Fotos de época, agradecemos la colaboración de Natalia Di Martino

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