En las últimas décadas, un cambio silencioso pero profundo ha ido transformando el mundo del deporte. De ser una esfera centrada en el rendimiento y el entretenimiento, hoy se ha convertido en un motor de cambio social, económico y ambiental. Lo que en un principio parecía una simple tendencia, hoy es una verdadera revolución verde. El deporte, en su más amplio espectro, ha comenzado a tomar una responsabilidad inédita sobre los desafíos globales que enfrenta nuestro planeta.
¿La razón de este auge de la sustentabilidad en el deporte? La creciente conciencia ambiental, un mundo que demanda cambios urgentes para mitigar los efectos del cambio climático y promover la igualdad social. Pero, más allá de ser un fenómeno impulsado por la necesidad, este auge se ha convertido en una herramienta de transformación para instituciones, clubes, atletas y aficionados. Lo que estamos presenciando no es solo una moda: es un cambio estructural que toca los cimientos de cómo concebimos la relación entre el deporte y el planeta.
La sustentabilidad: de la necesidad a la acción
Durante años, las grandes competiciones como los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol o los campeonatos mundiales de atletismo se realizaron con poca o nula atención sobre su impacto ambiental. Estadios que consumían grandes cantidades de energía, vuelos de miles de personas entre continentes, residuos plásticos por toneladas y huellas de carbono que parecían irreparables. Sin embargo, la presión social, sumada a un mundo cada vez más consciente de las consecuencias del cambio climático, ha forzado a este sector a replantearse su rol.
Hoy, los eventos deportivos están comenzando a redefinir sus estrategias bajo principios de sostenibilidad. Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, a pesar de las críticas por su agenda ajustada, marcaron un antes y un después. Con medallas hechas de materiales reciclados, estadios construidos con materiales reutilizables y una meta ambiciosa de neutralidad en carbono, Tokio demostró que el deporte puede ser un líder en la lucha contra la crisis climática.
Por su parte, París 2024 se perfila como los «Juegos Olímpicos más sostenibles de la historia», con un enfoque aún más ambicioso en materia de energías renovables, transporte sostenible y la reutilización de infraestructuras existentes. La sustentabilidad no es un adorno en estos eventos: es el principio rector de cada decisión tomada.
El rol de los atletas: actores del cambio
La voz de los atletas ha sido fundamental en este cambio. Lejos de ser simples figuras que desempeñan sus carreras en el escenario deportivo, hoy en día muchos se han convertido en activistas ambientales y sociales. Desde Greta Thunberg hasta Lewis Hamilton, la conciencia ecológica se ha infiltrado en todos los rincones del deporte profesional. Atletas de todo el mundo están utilizando su visibilidad para denunciar las malas prácticas, exigir un futuro más verde y promover hábitos de vida sostenible.
Algunos, como el equipo de fútbol inglés Forest Green Rovers, no solo hablan sobre la sostenibilidad, sino que la viven. El club se ha convertido en el primer equipo de fútbol 100 % vegano del mundo, y su estadio está impulsado por energía solar y su huella de carbono es casi nula. Esta es solo una de las muchas iniciativas que demuestran que los cambios no solo provienen de los organizadores de eventos, sino también de aquellos que, a diario, están inmersos en el deporte profesional.
Más allá de la naturaleza: el impacto social del deporte sostenible
La sustentabilidad social no es menos importante. El deporte tiene un poder transformador para romper barreras y crear comunidades inclusivas. Promover la igualdad de género, la accesibilidad para personas con discapacidad y la inclusión de comunidades vulnerables es una de las grandes apuestas de la nueva era deportiva.
Las federaciones deportivas, clubes y entidades que organizan eventos masivos están comenzando a integrar programas de inclusión social. En muchas ocasiones, esto no solo se refiere a dar acceso a instalaciones deportivas, sino a formar a los futuros líderes deportivos en valores como la equidad, el respeto y la solidaridad. El deporte es una plataforma única que, cuando se utiliza correctamente, puede cambiar la vida de millones de personas en situaciones de vulnerabilidad.
Un plan de acción: el futuro del deporte sostenible
La clave de este auge está en un plan de acción concreto. Cada vez más, las entidades deportivas están adaptando estrategias verdes, no solo para minimizar su impacto ambiental, sino también para crear legados positivos en las comunidades locales. Esto incluye:
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Uso de energías renovables y reciclaje de materiales en instalaciones deportivas.
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Promoción de un transporte sostenible para los asistentes a eventos.
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Compensación de huella de carbono a través de programas de reforestación y otras iniciativas.
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Reducción de plásticos de un solo uso y la adopción de materiales reutilizables.
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Programas educativos para atletas y espectadores sobre la importancia de un estilo de vida sostenible.
La implementación de estos planes va más allá de la gestión eficiente de los recursos; se trata de cambiar mentalidades. Los deportes no solo deben preocuparse por el rendimiento de sus atletas, sino también por el bienestar del planeta y de las generaciones futuras.
¿Una revolución verde en el deporte?
La gran pregunta es: ¿estamos realmente ante una revolución verde en el deporte o simplemente estamos adaptándonos a la marea? La respuesta parece clara: el deporte está tomando su papel como agente de cambio global, enfrentando desafíos climáticos, sociales y económicos de manera integral. Pero este movimiento no está exento de críticas. A menudo se le acusa de «greenwashing» (lavado verde), donde se adoptan prácticas superficiales sin un cambio real. No obstante, la dirección es clara, y el impulso de cambio sigue creciendo.
El deporte no solo tiene el poder de entretener y conectar personas, sino también el de ser un modelo a seguir en términos de sostenibilidad. Si bien no se trata de que todos los estadios se conviertan en «verdes» de la noche a la mañana, la transformación ya está en marcha. Y como todo cambio significativo, requiere compromiso, responsabilidad y, sobre todo, acción colectiva.
Lo cierto es que el auge de la sustentabilidad en el deporte está aquí para quedarse. Y si algo nos ha enseñado este viaje hacia la sostenibilidad es que el futuro del deporte no es solo el de los atletas en el campo, sino el de todos nosotros, jugando un partido más grande: el de proteger y preservar el planeta para las generaciones futuras.
Hasta nuestro próximo encuentro.